Fecha de la entrevista: 12/01/2005
Lugar: E.U.A.
Tema: Entrevista a Arnaldo Roche-Rabell
Entrevistador: Mercedes Lizcano
LatinArt: Usted comenzó a estudiar arquitectura, pero más tarde realizó estudios de bellas artes en el Instituto de Arte de Chicago. ¿Qué lo impulsó a cambiar de rumbo?
Arnaldo Roche Rabell: El cambio no fue una sorpresa. Desde el comienzo demostré una inclinación natural hacia el dibujo y la pintura. En la Escuela Superior Luchetti, el artista portorriqueño Lope Max Díaz me ayudó a desarrollar aquello que él denominaba "talento natural". Tiempo después me inscribí en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico.
Abandoné la facultad de arquitectura por varias razonas. El programa de estudios era muy exigente y yo deseaba continuar dibujando, pintando y participando en exposiciones de arte. Algunos de mis profesores, como Antonio Torres Martino, solían decir en broma que yo debería abandonar la arquitectura porque en realidad era "pintor". Decidí tomarme un año sabático para clarificar y ordenar mis ideas. Una serie de sueños combinados con la convicción de que Dios estaba de mi parte me indujeron a solicitar y concretar el ingreso al Instituto de Arte de Chicago.
LatinArt: ¿Cuáles han sido las influencias para su obra y su línea de pensamiento?
Arnaldo Roche Rabell: Puedo mencionar el expresionismo, el surrealismo e incluso el postcolonialismo como marcos analíticos con los cuales me he vinculado. Al mismo tiempo, debo mencionar a Chicago como una de las principales influencias. La escuela figurativa de la década de 1980 desarrolló en mí un respeto por el egocentrismo social y urbano y por el drama naïf que encontramos en las colecciones de Chicago. Una ciudad semejante, con su energía y sus museos, constituye la mejor educación posible. También debería mencionar a historiadores del Instituto de Arte como Bob Loescher, a mi profesor de arte Ray Yoshida y a mi profesor de dibujo Richard Keane como figuras fundamentales para mi desarrollo.
LatinArt: Luego de la etapa de autorretrato, usted decidió cambiar y comenzó a utilizar diferentes técnicas pictóricas. ¿Podría explicar de qué manera comienza?
Arnaldo Roche Rabell: Por lo general, comienzo un cuadro colocando tres o cuatro capas de pintura sobre un lienzo previamente preparado. Estas capas se aplican uniformemente una sobre otra dejando que transcurran varios días entre cada aplicación. Aplico de manera uniforme amarillo, naranja, rojo y luego oleos de color más oscuro tales como azul, violeta o verde y los dejo secar hasta que están listos para recibir elementos figurativos que se calcan por debajo del lienzo o la impresión de hojas, encajes o proyecciones que aparecen en primer plano. El resultado final es una exploración de formas que explotan las capacidades expresivas del óleo y en el cual técnicas tan variadas como la escultura, el dibujo y el grabado forman parte esencial de estas superficies. Acostumbro a trabajar en el piso alrededor de la pintura. Cuando tengo que calcar un cuerpo o un objeto, debo desprender por completo el lienzo de su bastidor y estirarlo mientras está cubierto por múltiples capas de pintura al óleo, un promedio mínimo de cinco veces para cada cuadro antes de terminarlo. Estos encuentros demandan entre una y tres horas, con las acostumbradas interrupciones.
En el caso de un modelo, el individuo debe estar en condiciones de respirar con comodidad por debajo del lienzo, en tanto yo debo mantener un automatismo espontáneo y, de tal modo, rendir tributo a la inherente belleza de un cuerpo pleno de vida o a la transposición de objetos inanimados que lo acompañan.
¿De qué manera puedo obtener un calco de mi sobrina de ocho años junto a una vaca que había sido arrollada y a la que había calcado dos días antes, con el objeto de llamar la atención sobre el problema de la telarquia en Puerto Rico? Este gesto alude también al desarrollo sexual prematuro que evidencian los niños debido al consumo de alimentos contaminados con hormonas. Todo ello es parte de mi proceso. En otra ocasión, llegaré a la casa de uno de mis mejores amigos y le diré que todo lo que contiene ese espacio debe ser calcado y delineado, incluyendo su cuerpo, para poder reírnos de ese momento "conmemorativo" de nuestra existencia diez años más tarde. En tal sentido, ¿cómo le dices a tu madre que llegarás desde Chicago a pintarle una segunda piel para despojarla de su dolor de mujer y de madre? Estas actividades reflejan una necesidad de establecer empatía con mi entorno que siempre ha caracterizado mi vida. Vivo intensamente en la búsqueda de la vida física y psicológica de los demás. En este mundo creado sobre lienzo todo debe dejar su marca.
LatinArt: ¿Cómo y cuándo se integraron a su obra las imágenes de Van Gogh?
Arnaldo Roche Rabell: Vincent Van Gogh produjo una impresión en vida cuando vi su obra en el Museo del Instituto de Arte de Chicago. Mientras realizaba mis autorretratos en el Instituto en 1982, murió mi hermano Felix. Van Gogh aparece durante las décadas de 1980 y 1990 en obras tales como Quinientos años sin una oreja (1989), pero fue en 2000 cuando se produjo un reencuentro con el dolor y la pérdida de mi hermano. Debido a su proximidad con el mundo creativo, Vincent se transformó en un puente entre mi hermano y yo. De todos modos, no existen cartas en la historia entre mi hermano y yo, ni yo soy Theo..., y aquello que las imágenes sugieren son encuentros ficticios y elaborados.
La intención no consistía en cerrar la herida sino en tocarla..., las heridas de esa clase nunca se cierran y el acto de hacer público aquello que no se ha expresado abiertamente es en extremo doloroso. Restablecer vínculos con un ser querido que ha muerto se transformó en una necesidad.
LatinArt: Su obra revela un intenso interés en los sueños y el dolor. Parece funcionar en un nivel profundamente inconsciente.
Arnaldo Roche Rabell: No sabría decirle si parte de mi consciente o mi inconsciente cobra vida en estos procesos. Reflexiono acerca de la idea para una obra con varios meses de anticipación, es en el acto físico de pintar que la acción de mi obra ratifica la urgencia de mis ideas, al conectar todos los elementos concretos calco, imprimo o proyecto sobre el lienzo. Es en ese momento cuando el subconsciente se libera, al materializarse mediante el cavado, el encolado y el delineado.
Considero que Fraternos se generó mediante la fuerza física de la melancolía y el dolor. Sin romantizar mi situación, existen demasiadas cosas con las que me gustaría experimentar por medio de la pintura, a pesar de que no tengo dudas respecto de estar destinado al dolor. Así es como me veo cuando debo hacer frente a la tragedia, como algo espontáneo, como una necesidad que puede compartirse mediante imágenes.
LatinArt: Sus últimas obras, La naturaleza tiene que perdonar a los dementes (2003) o Sin semillas, ¿quién va a dar la cara al sol? (2003), evidencian ternura y violencia al mismo tiempo. ¿Podría referirse a esta dualidad?
Arnaldo Roche Rabell: Si una cierta ternura o compasión aflora en la superficie luego de atacar el mundo físico, no tengo dudas de que permito que se me descubra... Siempre he pensado que mi subconsciente se encuentra más próximo a Dios que mi consciente. La ternura no se puede simular ni se abandona el amor por pensamientos y recuerdos..., siempre desea manifestarse concretamente, incluso en un objeto inanimado. Mis actos de pintura deben estar justificados; mediante pensamientos claros y positivos, una idea o un comentario definitivo y preciso. No puedo trabajar rodeado por fuerzas negativas, odio o resentimiento. Ello significa que no siempre estoy preparado para trabajar con un modelo de inmediato. Debe existir una especie de preparación psicológica para dar ese paso.
Si se percibe un cierto grado de angustia en medio de tanta actividad física en mi obra..., entonces es posible leerla como ternura en un mundo hostil.
LatinArt: En un determinado punto sus pinturas enunciaban enérgicamente una cierta conciencia política desde un punto de vista personal, como en el caso de Buscando el norte (1991) o Eclipse total del sol (1993). Las obras aludían al hecho de ser portorriqueño, hablar español, sentirse latinoamericano aunque se tenga un pasaporte estadounidense. ¿Podría explicar este período de su obra?
Arnaldo Roche Rabell: Ser portorriqueño es exactamente eso: vivir una dicotomía con nuestra realidad política y cultural. Por suerte, no tenemos una dictadura ni estamos gobernados por una junta militar. Nuestra situación política nos abre infinitas posibilidades y oportunidades. Formo parte de una realidad caribeña y latina en Estados Unidos. En este momento, el voto portorriqueño es sumamente importante en la agenda latinoamericana.
Tengo la ventaja de contemplar la isla desde el punto de vista anglosajón y viceversa... Puedo expresar la sensación de vivir como latinoamericano dentro de Estados Unidos: la complejidad de su sociedad, de sus instituciones, junto a su inmensa diversidad cultural. He podido aprovechar mi realidad sociopolítica al vivir tanto en Puerto Rico como en la ciudad de Chicago. Somos una sociedad activa con un ferviente deseo de definir nuestro futuro y en consecuencia ser capaces de participar activamente en el desarrollo del Caribe y de América Latina en su conjunto. Por último, puedo asegurarle que me siento verdaderamente orgulloso de mi pueblo y de mi país.
LatinArt: ¿En qué consiste su trabajo actual?
Arnaldo Roche Rabell: Puedo mencionarle varias ideas en las que pronto comenzaré a trabajar. Durante los últimos treinta años, se ha desarrollado un movimiento mundial en favor de la preservación de los recursos naturales. Cada vez en mayor medida forma parte de la agenda de muchos países y organismos internacionales. Esta idea se ha evidenciado en la producción de imágenes que muestran a la Naturaleza como algo frágil, en algunos casos despojada de su violencia.
Me gustaría revisar los aspectos expresivos y violentos de la Naturaleza y la "irracionalidad" de los seres humanos mediante el retorno a una época caracterizada por el instinto de preservación. A esta exploración de la Naturaleza se pueden agregar mis inquietudes acerca de Puerto Rico.
Para bien o para mal, nuestra isla ha sobrevivido a una relación con Estados Unidos durante más de cien años. Creemos muchas cosas acerca de nosotros, algunas de las cuales no son verdad. Nos hemos convencido de que debemos consumir todo y ello nos asegura que dejaremos "de ser una isla".
Durante décadas hemos sido la "tierra prometida" para muchos nativos de América Latina y el Caribe que persiguen el sueño americano, a pesar de que nuestra superficie se reduce a 100 por 35 millas. Tenemos mucho para decir acerca de la realidad caribeña. Somos una isla enclavada entre dos hemisferios. Puerto Rico no es Cuba, no somos producto de una revolución. No existimos dentro del perímetro del reino sino que somos simplemente una de sus fronteras. Por el momento sólo puedo reafirmar mi deseo de mostrar a Puerto Rico vinculado con un mundo "natural" en cierta medida utópico, lleno de energía, milagros e ideas. ¿A quien puedo colocar bajo el lienzo para hablar de aquellos que viven allí?
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