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Ruben Ortiz Torres

 by Ruben        Ortiz Torres






transcripción de la entrevista

Fecha de la entrevista: 07/12/2000
Lugar: E.U.A.
Tema: Entrevista a Ruben Ortiz Torres en su casa en Echo Park, California
Entrevistador: Bill Kelley Jr.

LatinArt:  Noto muchos automóviles en tu obra. La pieza llamada La Zamba del Chevy, que estuvo en el Centro Getty, el Automóvil Aliení­gena de Patrulla Fronteriza, muchas representaciones de ellos también en tus fotografí­as. ¿ Puedes decirme algo más acerca de ello?

Ruben Ortiz Torres:  Si. Sabes, esto es realmente interesante... Creo que es una cosa muy de L.A. Las personas me preguntan si sé mucho sobre automóviles. La verdad es que no. Crecí­ con gusto por los objetos. Cuando era un niño hací­a modelos. Armaba automóviles, aviones y barcos, y creo que me gustaban los barcos y los aviones más que los autos. Recuerdo que me gustaban ciertos automóviles que captaban mi atención y esos eran los más excéntricos. Me agrada la contracultura, por eso me atraen tanto los automóviles "dragsters" y "lowriders". La gente lleva a estos automóviles hasta el extremo, y existe algo relacionado con la estética de estos automóviles que es muy barroco, muy surrealista e irracional. Al venir a California, me di cuenta de que esta es una subcultura, parte de todo un espacio teatral que se asemeja mucho a lo que yo hago en el mundo del arte. Por lo tanto me pareció un espacio del cual yo podrí­a formar parte... pero de lo que me doy cuenta ahora es de que cualquier espacio me servirí­a. Y si fuera necesario, me interesarí­a hacer cualquier cosa, como la danza, el teatro, la escritura, lo que fuera. Tratarí­a los mismo temas, pero ya que estamos aquí­ en California, y estos automóviles son parte de nuestras vidas cotidianas, el estar aquí­ nos permite hacer esto.

LatinArt:  Me interesa el hecho de que siendo de L.A., existen ciertas cosas, ideas y sensibilidades, que definitivamente, como los automóviles, son muy nuestras, y mis amigos de Nueva York no lo entienden. ¿ Ha sido su trabajo considerado más como una experiencia de California del Sur?

Ruben Ortiz Torres:  Me parece muy extraño. Yo me encontraba en Nueva York y una mujer me preguntó: "¿Has expuesto este automóvil en Nueva York?", y yo dije: "No. Traté de hacerlo pero no habí­a espacio para él." ¡Literalmente, no hay espacio para él en ningún lado! Luego fui a una galerí­a que conocí­a y el propietario dijo: "¿Quién compra esto?" El hombre no podí­a creer que alguien pudiera comprar esta obra. Debo decir que esto puede hacerse en L.A., que puede mostrarse allí­ y venderse allí­ también. De hecho, existe un coleccionista que tiene esa máquina. Luego me di cuenta de que, de cierto modo, este lugar es único y especial, y aquí­ puedes hacer todo eso. Si, por un lado es una ciudad de automóviles, pero por el otro lado, es una ciudad más nueva. Nueva York es una ciudad moderna tan establecida, y lo que quiero decir es que se trata de acero y vidrio de principios del siglo veinte. Los íngeles es una ciudad post-moderna. Puedes correr en ella ciertos riesgos que no sé si podrí­as en Nueva York, a menos que pintes o quieras ver pintura. Entonces, estás mejor allí­. Si yo estuviera allí­, probablemente estarí­a pintando. Quiero decir, yo comencé como pintor y sé pintar. Tuve una educación muy académica en Ciudad de México, y por lo tanto estoy seguro de que estarí­a pintando en una galerí­a, pero aquí­ hago experimentos de todo tipo. Recuerdo cuando estaba en Cal Arts pintando mis cuadros y siempre sentí­a que eran mal interpretados como objetos de mercaderí­a cuyo propósito era el mercado, y que la pintura estaba muerta; que uno no podí­a tratar temas polí­ticos en una pintura porque se la venderí­a a personas ricas, o lo que fuera. Viniendo de Ciudad de México, ello suena como una tonterí­a para mí­, porque tenemos una tradición de pintura polí­tica. A menudo discutí­amos el tema del arte como mercaderí­a, y bueno, puedes realizar la obra más radical y "non-objeto" que quieras y eventualmente será convertida en una mercaderí­a.

LatinArt:  Todo puede ser convertido en una mercaderí­a...

Ruben Ortiz Torres:  Exactamente, todo puede ser convertido en mercaderí­a. No tiene nada que ver con el medio. Para retornar al tema del uso de los automóviles. Lo que realmente me agrada acerca de ese medio es el proceso. No es un proceso individual. Es un proceso que te obliga a negociar, te obliga a colaborar. Y como estrategia estética, lo que aprendí­ y lo que realmente me interesa, aquí­ en California, es todo el proceso de "customización." El desarrollo del arte y de la cultura ha sido el desarrollo del intercambio cultural. De modo interesante, las formas de representación del siglo veinte han sido muy agresivas al poseer el significado y controlar la información; desde el collage hasta la apropiación. Marcel Duchamp, por ejemplo, sus obras "objet trouvée" son un modo muy agresivo de controlar el significado de un objeto que acaba de encontrar. "Encontré esto, decido que es arte y se convierte en mi arte". El modernismo afirma o revierte el significado de un objeto por medio de una apropiación muy agresiva. Pero, customizar, me parece que es un diálogo mucho más democrático. Está bien, me agrada este Chevy... este Chevy responde a mi posición económica y satisface en mí­ ciertas necesidades estéticas que yo tengo en mi calidad de norteamericano clase media. Sin embargo, porque soy mexicano o afro americano, o cualquier otra cosa, entonces..., bueno, este producto existe para mí­ de un cierto modo, pero no me expresa en mi totalidad. Entonces, lo adapto a mi gusto y mis necesidades particulares, a la vez que siempre le rindo homenaje al producto original. En otras palabras, un "low rider" no significa producir un nuevo automóvil, sino que es participar en este proceso de diálogo y negociación... de cierta manera, es lo que hace la cultura hip-hop. Rindes tu homenaje, participas, tomas lo que sea que te gusta y le agregas algo.

LatinArt:  Los significados están abiertos y su autor o creador no ocupa un lugar de privilegio en estos significados.

Ruben Ortiz Torres:  Sí­, tú participas del proceso, y por supuesto ingresas al campo de juego, tú citas lo que dicen los demás y los demás pueden citar lo que tú dices. Tú haces tu trabajo, y tu trabajo se convierte en propiedad de todos. Ese es el modo en que opera esta cultura.

LatinArt:  Observo tu obra, en esta mezcla hí­brida de participación colaboradora y esta ensalada de mestizaje, como un equilibrio interesante entre el observador y el participante, y aún un poco del protagonista también. ¿ Cómo te parece que sucede este equilibrio?

Ruben Ortiz Torres:  Sí­, es una posición muy complicada, pero prefiero ocupar este puesto que ninguno. Es igual que cuando un fotógrafo intenta tener una visión objetiva y documentar algo. He estado leyendo a Heisenberg, cuando él demuestra que no puede medirse algo sin modificar la manera en que opera. El se referí­a a la fí­sica cuántica, pero yo creo que lo mismo sucede en el arte. Si un antropólogo viaja a un pequeño pueblo en México para observar a los indí­genas, cuando haya logrado instalar su cámara ellos ya habrí­an escenificado algo y sus "observaciones" estarí­an equivocadas. Del mismo modo, cuando yo viajo de México a Los íngeles y trato de documentar lo que sucede en Los íngeles de manera objetiva... bueno, eso no sucede y además no me interesa eso, porque el fenómeno que estoy tratando de representar es el mismo fenómeno que me afecta. Soy sumamente consciente de que no soy capaz de crear cultura por mí­ mismo, y a la vez, de que no puedo representar cultura sin mí­ mismo y participar en ella. Por eso me coloco a mí­ mismo en una situación en la que digo: "OK, me voy a ocupar de la cultura americana", y ello implica que para el momento en que termine de representarla ya seré parte activa de ella... pase lo que pase. Entonces, yo debo asumir ese tipo de responsabilidad y ver qué pasa. Ese es el tipo de proceso del cual deberí­amos estar conscientes y ser responsables como para participar en él. El arte y la cultura son sistemas interconectados que necesitan de personas. El arte no sucede por sí­ mismo. Si voy a hacer arte, necesito de ti como espectador para que escuches y modifiques lo que yo digo. Y eventualmente, este diálogo se convierte en cultura. Puede ser que como artista yo esté desempeñando un papel o un rol, pero el público desempeña un papel, los escritores, los dueños de las galerí­as, todos lo hacen. La cuestión sobre mis fotografí­as y pelí­culas es hasta qué punto son documentales o no. Bueno, lo son. La gente me pregunta: "¿ esta imagen fue construida o no?" No creo que eso importe. Lo que importa es la forma en que la imagen es apreciada.

LatinArt:  Anteriormente mencionaste tus estudios tradicionales de arte en la Academia San Carlos en México. Luego de haber estudiado aquí­ en Cal Arts y trabajado en Los íngeles, ¿ cómo te han influenciado estos estudios? En otras palabras, ¿ cómo ha influenciado tu obra el estudio de las formas tradicionales del lenguaje artí­stico formalista: la lí­nea, el color, la textura?

Ruben Ortiz Torres:  Es una pregunta muy interesante, aunque difí­cil. Como mencionas, tuve una formación muy académica en México. Dibujaba durante horas y horas. Es decir, podrí­a realizar tu retrato de estilo muy clásico ahora mismo, y me gusta ver esa clase pinturas. Disfruto de las buenas pinturas. Y pienso que una vez que tienes esa habilidad, siempre está allí­, y tarde o temprano resurgirá. Yo sé que en algún momento voy a volver a la pintura o al dibujo. Me interesé por las artes cuando era pequeño porque no era muy bueno para ello. Quiero decir, habí­a otros chicos que pintaban y dibujaban mejor que yo, entonces yo realmente intentaba aprender como hacerlo. Fui al colegio y allí­ aprendí­ el método para hacerlo. Sí­, era académico, pero recuerda que San Carlos es la escuela de arte más antigua de las Américas. Al mismo tiempo, la escuela era terriblemente mala en teorí­a y no existí­a el debate teórico. Entonces, luego de llegar a Cal Arts, sucedió lo contrario. Existí­a un completo desdén por la pintura y cualquier aspecto fí­sico del arte. Al final, me di cuenta de que ambos lugares eran muy similares, y que ambos eran extremadamente fundamentalistas. Creo que el truco consiste en encontrar el equilibrio, porque creo que los extremismos en la derecha son tan dogmáticos como los extremismos en la izquierda. Entonces, nuevamente, el pintar o no pintar no me plantea problemas. La pintura puede funcionar, hay espacio para ella. Puede operar. Siento lo mismo acerca de las posiciones nacionalistas. Pueden ser muy dogmáticas, muy intolerantes, muy exclusivistas, pero trabajar en contra de ellas puede serlo también. Ser un internacionalista, un formalista y negar los discursos locales, y no estar abierto a ningún tipo de especificidad cultural puede ser lo mismo... Es una cuestión de equilibrio, ¡hombre!...Es una cuestión de equilibrio. Entonces, vuelve a tu pregunta sobre la textura y esas cosas; sí­, me importan, en tanto no se conviertan en un fin en sí­ mismas.

LatinArt:  Vi lo que incluiste en la exposición Ultrabaroque. Es un tema que está siendo discutido ahora mismo. ¿ Cuál es tu concepto del barroco en la escena actual, y cómo participa el barroco en tu obra?

Ruben Ortiz Torres:  Este es un tema difí­cil para mí­ en lo personal. Podrí­amos conversar acerca de esto en forma racional, pero existe también una reacción que es muy intuitiva y tiene que ver con tu experiencia. La estética del barroco está tan incrustada en América Latina que me siento atraí­da por ella en forma automática. Nos encontramos ante una encrucijada de varias cosas y vivimos esta realidad esquizofrénica. Pero esa condición que yo creí­a latinoamericana se torna ahora más universal, ya que ello está sucediendo ahora en los centros cosmopolitas del primer mundo. Es por ello precisamente, porque tienes esta esquizofrenia, que ella actúa como una doble vida para realidades dobles. Estas dualidades existen en la vida. Conoces ambas, pero sabes que debes operar en diferentes niveles para cada una de ellas. Cuando estás en el barrio, tienes tu Impala (un tipo de coche) y lo arreglas de la manera que te gusta, pero cuando asistes a la escuela de arte y tienes que aprender y saber ciertas cosas, te pones de ese humor y comprendes de que se trata. Y estas dos cosas chocan y a veces producen ese hí­brido que no tiene ningún sentido, ¿no es cierto? Existen fracasos muy importantes en el arte latinoamericano, por ejemplo, la reacción mexicana frente al minimalismo fue eso que llaman geometrismo, y el geometrismo fue el barroco del minimalismo. Así­, tienes estos tipos realizando prismas geométricos que eran sumamente complicados e intrincados. Entonces, en última instancia, este principio moderno de ser reductivista salió todo chueco. Por lo tanto, de cierta manera, es un sin sentido, porque se suponí­a que deberí­as tener algo reductivista y sintético y terminaste teniendo algo barroco y exuberante y sensual. Por supuesto que ello no funciona. Creo que en América Latina se quiere construir con demasiadas cosas porque tenemos una realidad que involucra demasiadas cosas, y, como ya dije, esto se está desarrollando en otros centros cosmopolitas también. Es muy interesante ir a Nueva York y ver a un artista que realiza algo muy simple como una lí­nea en la pared, algo muy simple y formalista. Podrí­a ver la misma obra producida por un artista en Brasil, y estoy seguro de que si hablo con este artista tendrá la explicación más barroca para ella. Será sobre sexualidad, religión, colonización y temas de clases y asuntos que generalmente no quieres tratar. Entonces, sí­ existe una manera diferente de entender las cosas, y la gente lo llama ahora barroco o ultrabarroco. Hace algunos años se hablaba sobre el multiculturalismo. Algunos años antes de ello se hablaba sobre el postmodernismo. Pero la realidad es que ese carácter hí­brido, esa esquizofrenia, ha existido en las producciones culturales desde que Marco Polo descubrió algo diferente de lo que conocí­a.

LatinArt:  Por supuesto, este discurso no es nuevo en América Latina.

Ruben Ortiz Torres:  Es como la discusión racial en este paí­s, que realmente me exaspera. En los Estados Unidos existe un debate sobre la raza, que intenta ser descubierto, negociado... ¿ encontrar espacios que ya han existido durante más de quinientos años! Es como el debate actual de cómo ocuparse de las razas mezcladas... yo digo, ¡ al fin y al cabo! El censo americano tiene espacios para razas mezcladas y se le pregunta a la gente: ¿ De qué raza te sientes más?

LatinArt:  Suena como una pintura colonial de castas.

Ruben Ortiz Torres:  Exactamente, como una pintura de castas... trae la tabla y descubre en donde encajas. Quiero decir que estas cosas tratan con procesos mentales más complicados, y estos son los procesos que me interesan sobre el barroco, no solamente la saturación del espacio; son los puntos de vista conflictivos y las posiciones conflictivas lo que me interesa; cómo negociar con el proceso de renegociación cultural. No tuve una educación religiosa, de hecho, todo lo contrario. Pero siendo mexicano me parece que tengo un entendimiento muy cercano y una relación con ciertas caracterí­sticas católicas como placer, culpa, etc. Asimismo, cierta estética puritana me molesta. Simplemente me molesta. Me agrada el minimialismo cuando es sensual. Me agradan Donald Judd o Richard Serra, pero otros artistas me vuelven loco. Es que, ¡ cien pinturas blancas!... Me altera realmente.

LatinArt:  No nos olvidemos de que esta estética representa y simboliza ciertos valores.

Ruben Ortiz Torres:  Luego la contradicción reside en que el protestantismo se prestaba para el modernismo debido a su ética de trabajo, ciertos cambios económicos, la creación de la burguesí­a. Y por supuesto la contrarreforma se prestaba para la economí­a feudal, era menos productiva y no promoví­a el desarrollo de las ciencias, etc. Sin embargo, hemos dejado algunas cosas fuera de la ecuación; la una cosa exitosa que produjo la contrarreforma fue el arte. Produjo arte increí­ble. Es decir, el barroco español... no creo que haya habido nunca algo tan increí­ble. Realmente, yo creo que desembocamos en el modernismo por dos avenidas diferentes. Por un lado tienes los pintores holandeses, y tienes a Rembrandt, y tienes la escuela que es más sintética, que desemboca en Mondrian. Pero creo que también existe otra ruta que lleva al modernismo que me interesa más y que es el arte barroco de la contrarreforma. El arte barroco conduce de cierta manera al romanticismo... porque tiene pasión. Y luego del romanticismo llegamos a Goya y desembocamos en este modernismo irracional, el cual a su vez nos conduce hacia Picasso, al surrealismo, a Buñuel. Sí­, yo amo a Mondrian, pero amo también realmente estas otras cosas, este cuestionamiento del modernismo dentro del modernismo, con este impulso irracional, esta especie de impulso romántico. Si pensamos en la estética de este paí­s, es un hecho muy interesante porque pensamos que los Estados Unidos, al ser un paí­s protestante tiene estética puritana y por el estilo... pero, eh, ¡ espera! Creo que existe una segunda contrarreforma . La Guerra Frí­a se me asemeja a una confrontación que resulta muy similar en términos de los valores morales, y que opera a un nivel muy similar al de los católicos y protestantes. De cierto modo, la izquierda, los comunistas, tienen una moral que es muy puritana. "Tú sabes, debemos lograr justicia social, evolución, esta revolución social, esta revolución proletaria. Y para lograrlo debemos abandonar estos placeres mundanales de bienes materiales." Y así­ producen una forma muy puritana del realismo social inicial. Por otro lado, ¿ qué es lo que hacen los capitalistas? El capitalismo carece de argumento moral. Es verdad que escuchamos constantemente sobre la libertad y la democracia, pero es como... bueno, lo que sea. El argumento real del capitalismo es que los bienes materiales son tan atractivos, tan seductores, tan sensuales, que se convierten en los objetos del deseo. Si la Iglesia Católica produjo iglesias para el reinado del paraí­so, entonces la sociedad norteamericana produjo Cadillacs, hombre, y todo tipo de objetos barrocos. Y esa contrarreforma derrotó al socialismo, por lo tanto no deberí­amos tomar a la ligera el poder estético del barroco.

LatinArt:  O el poder de las imágenes en sí­ mismas...

Ruben Ortiz Torres:  O el poder de las imágenes en sí­ mismas, el poder de la iconografí­a.

LatinArt:  Como estudiante del arte colonial, siempre me ha interesado el contexto polí­tico del barroco. El hecho de que el Concilio de Trento se reúne y coloca la investigación de las imágenes prácticamente al principio de su lista de prioridades habla realmente acerca del poder de las imágenes.

Ruben Ortiz Torres:  Lo mismo ocurre actualmente, no necesariamente en el sentido de que vayan a contratar a un pintor. Pero imagí­nate a Steve Jobs (jefe de Apple computadoras) tratando de salvar a Macintosh. El debe decir: "¿Vamos a producir una computadora mejor? ¿ No, hombre, hazla hermosa, añádele algo de color, pí­ntala de magenta!" (se rí­e). Así­ las personas se ven obligadas en comprarlo. Eso fue lo que llevó a la salvación de los productos norteamericanos. Porque los productos norteamericanos no son buenos. No tienen mejores automóviles ni nada. Lo que se vende es un estilo de vida. Vendes sexo. Vendes la playa. Vendes a Hollywood... Hollywood. Hollywood, hombre, Hollywood, el triunfo de lo barroco. (rí­e)

LatinArt:  Entonces, ¡ será Time Warner Carlos V!

Ruben Ortiz Torres:  Eso mismo. (se rí­e)




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