La pieza radicaliza la levedad del "Yo". Su alter imaginado no es sólo dejado a merced de lo imprevisible. En esta serie aparece quemado, punzado, desintegrado en forma plena en la misma medida en la que desaparece el cuadro como sustrato y territorio permanente.

La representación se dispersa a la par que sus enclaves históricos, y este proceso se recalca con una declaración vital: mientras respiro, la cual señala al acontecimiento de la vida, a su temporalidad y a la resistencia que opone a ser atrapada en la imagen totalizadora. Lo que muestra-oculta es una experiencia que sólo se da al reconocimiento como ilusión óptica, como efecto y artificio.

Queda cerrado aquí­ el ciclo que va de un "Otro", al otro indecible y experiencial, acaecimiento de una circunstancia, marca y huella.

El proceso, como en casi toda la producción del artista, exalta la presencia de tradiciones en formas fronterizas y liberadas de las ortodoxias estéticas. Cualquiera podrí­a hablar de un exquisito trabajo gráfico, en la misma medida que se podrí­a aludir a la pictoricidad al margen de la idea del cuadro. Sus experimentos siempre sugieren el arraigo de recursos apegados a un repertorio de morfologí­as (dibujo, retrato) o a medios (soporte, formato) que son subvertidos para apoyar los significados entrevistos.

Puede afirmarse que la realidad postsubjetiva ha encontrado en la propuesta de Oscar Muñoz una narrativa fecunda, mediada por la paradoja entre la materialidad de los elementos utilizados y la evanescencia de los sentidos que estos invocan. El elocuente conflicto se reafirma en las tensiones entre tradiciones expresivas y su deconstrucción.

Pero es en este bagaje de recursos, con sus enlaces insospechados, donde se forman los espacios en blanco que generan el plus inquietante y seductor trasmitido por las obras. Muñoz demuestra una habilidad impresionante para hacernos ver el acto indeleble de transformar forma en lenguaje; de hallar en la vivencia artí­stica con sus limitaciones comunicativas, un "más" comunicable en su propio enigma y consigue que la reflexión al interior del arte sea el vehí­culo idóneo para contenidos de dimensiones filosóficas y existenciales inenarrables.

En ello radica ese "aliento" especial que su propuesta nos ofrece.

Mayo 2006

-Lupe çlvarez (n. Cuba)
Crí­tica, educadora y curadora. Vive y trabaja en Guayaquil, Ecuador.

* Texto publicado en el catálogo de la exhibición. Cortesí­a Lupe Alvarez y Museo Municiapl de Guayaquil.

Notas

(1) Me he inspirado en una reflexión de Hal Foster acerca de los discursos más influyentes sobre el sujeto. Hal Foster ,"El posmodernismo en paralaje", Revista Criterios, La Habana, No. 32, 7-12 / 1994
(2) Acerca de este pasaje José Luí­s Brea apunta: "Según la hermosa descripción heideggeriana, nos encontrarí­amos sumidos en la "era del fin de la imagen del mundo", en la época del fin de la Weltbilde: la era en que pensar una representación orgánica y eficaz del mundo se ha vuelto imposible, impracticable" José Luí­s Brea, "El inconsciente óptico y el segundo obturador", En http://aleph-arts.org/pens/ics.html
(3) Aclaro que, en la lógica de la coherencia entre los medios y los significados que caracteriza a la propuesta de Oscar Muñoz, he valorado esta pieza -y así­ se presenta en la muestra- como autosuficiente y no como registro de una acción.
(4) José Luí­s Brea, Tercer Umbral, Pág. 97, edición pdf 2003
(5) José Ignacio Roca,Reflexiones crí­ticas desde Colombia, En: Columna de Arena No. 48
(6) En la Columna citada Roca hace referencia a Sylvere Lotringer,. "Representación de la Violencia/Violencia de la Representación".
(7) Walter Benjamin, "La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica", en Discursos Interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1999
(8) Se trata de una serie de cuadros concebidos en carbón, yeso y papel sobre madera, realizados entre 1990 y 1991.