Centro Cultural Recoleta ,
16/12/2004 - 27/02/2005
Buenos Aires, Argentina
León Ferrari: Retrospectiva. Obras 1954-2004
por Viviana Usubiaga
Retrospectiva agitada Esta especie de proceso de retroalimentación en su obra ha alcanzado un punto paradigmático en las vicisitudes que atravesó su Retrospectiva. La muestra ha ofrecido uno de los acercamientos más exhaustivos del tránsito de Ferrari durante los últimos cincuenta años. La rigurosa selección de obras y su diseño museológico –tan cuidado como novedoso para Buenos Aires– han permitido una aproximación generosa a su arte. Antes de su inauguración el 30 de noviembre de 2004, la dirección del Centro Cultural Recoleta recibió varios mensajes de particulares y agrupaciones católicas solicitando que la muestra no se abriera al público. El pedido se amparaba en considerar a varias piezas como blasfemas. Las denuncias se dirigieron en particular sobre las que reelaboran la iconografía cristiana sin juzgarlas en su carácter artístico –discutible por cierto si se las analiza en comparación al conjunto de su producción en el que existen obras infinitamente más fascinantes en su dimensión estética– sino por la capacidad de esos objetos de ofender la fe religiosa. Se desató así, un caudal de manifestaciones a favor y en contra. La exposición inauguró según lo previsto pero hubo que lamentar que a pocos minutos de su comienzo fueran atacadas violentamente alguna obras. Dio comienzo a un proceso que incluyó la manifestación de muchos intelectuales en debates sobre la libertad de expresión y la esclerosada relación entre la Iglesia y el Estado argentinos; operativos de seguridad que no alcanzaron a evitar la destrucción de otras piezas; el inicio de varias causas judiciales; la clausura por diez días de la exposición; apelaciones; actos públicos que movilizaron a la comunidad artística; un inusitado seguimiento mediático, hasta la reapertura de la muestra por un fallo que condenaba al acto de censura judicial. A pesar de eso, se recibieron reiteradas amenazas de bomba al centro cultural que albergaba la exhibición y al propio artista. La fecha de cierre de la exposición fue adelantada por pedido del propio Ferrari dado que consideró que la visita de más de 50.000 personas sumada a los más de 400 artículos de prensa y debates abiertos demostraron que se cumplieron con creces las expectativas de la retrospectiva.
El seguimiento de la polémica puede encontrarse registrado en el web site de Ferrari. Baste decir que varios son los temas de discusión que han quedado abiertos. Más allá de los mencionados, permanece una sensación extraña respecto a la calidad de la opinión pública que se generó, dado el carácter mediático que alcanzó la exhibición. Si se piensa en la enorme publicidad que redundó –no ya a la exposición como se ha especulado– sino para la propia Iglesia, acompañada por los sectores más conservadores de la sociedad, queda claro que ninguna ocasión es desaprovechada para la distracción. La institución eclesiástica no dejó pasar la oportunidad de demostrar a sus fieles su activa preocupación frente a lo que considera maliciosos ataques externos a sus valores sagrados y de alentar a su congregación a la movilización. Mientras tanto, agudiza la ceguera frente a los recientes escándalos públicos sobre los actos paidófilos puertas adentro de sus instituciones –por los cuales nadie se ha movilizado–, en tiempos cuando también ejerce su influencia para impedir la introducción de educación sexual en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, aún cuando no sorprenden las caducas concepciones del arte que reproducen algunos críticos, sería menester tener presentes los discursos marcadamente retrógrados que se han desplegado en la prensa y que nos devuelve una visón anquilosada y rancia del medio. Así como muchos intelectuales han escrito sólidos alegatos en defensa de la exposición, no se produjo idéntica masa crítica desde las otras tribunas. Los detractores no han generado una argumentación que superara las recurrencias dogmáticas o cierta defensa a las imágenes de culto, que se emparenta menos con opinar sobre la representación en el arte que con profesar la idolatría y reprimir el libre albedrío del público sobre visitar o no una exposición artística. Paradójicamente se tendió a reclamar que se evitaran los conflictos que pudieran dividir a la sociedad, pasando por alto que la sociedad está efectivamente dividida ("entre hambrientos y saciados"), por muchas de las problemáticas que la obra de Ferrari denuncia desde hace décadas. La directora del centro cultural, Nora Hochbaum, estuvo de acuerdo con la decisión y celebró el haber logrado sentar precedentes en la jurisprudencia sobre la libertad de expresión y las relaciones entre el arte y la Iglesia y el Estado. De todos modos, algunos museos de las provincias de la Argentina han manifestado interés en llevar la Retrospectiva a sus sedes, así como también el director de la Pinacoteca de San Pablo, Brasil. La muestra sin duda formará parte de uno de los capítulos más alborotados de la historia del arte argentino. Historia para la que la cuidada edición del catálogo de la Retrospectiva será fundamental. "El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad política de los demás; estriba más bien en cuestionar, a través de los análisis que lleva a cabo en terrenos que le son propios, las evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar y pensar, en disipar las familiaridades admitidas en retomar la medida de las reglas y de las instituciones y a partir de esta re-problematización (en la que desarrolla su oficio específico de intelectual) participar en la formación de una voluntad política (en la que tiene la posibilidad de desempeñar su papel de ciudadano)".(7) El terreno del arte es donde discurre Ferrari buscando nuevas y diferentes formas de expresar ideas. Sus obras rasgan los velos que ocultan los efectos de poder. Agitador de las formas, exegeta profano, erudito procaz, artista desmesurado, León Ferrari personifica una nueva ética-estética de la existencia. Notas:
1) Andrea Giunta, ‘Perturbadora bellezaí en León Ferrari. Retrospectiva. Obras 1954-2004, cat. exp., ed. Centro Cultural Recoleta – Malba, Buenos Aires, 2004, p.23.
2) León Ferrari, ‘Berimbauí, San Pablo, septiembre 1979. Reproducido en ibid., p.304.
3) Andrea Giunta, op.cit., p.20.
4) Arturo Carrera, Animaciones suspendidas, Buenos Aires, Editorial Losada, 1986.
5) Debo a Fernando Rosenberg (Yale University) mi acercamiento lego a esta noción.
6) Michel Foucault, ‘The Subject and the Powerí, en Wallis & Tucker (comp.), Art After Modernism. Rethinking Representation, New York, The New Museum of Contemporary Art, 1984, pp.417-432. Originalmente publicado en H.L.Dreyfus & P.Rabinow, Michel Foucault: Beyong Structuralism and Hermeneutic, The University of Chicago Press, 1982.
7) Michel Foucault, Saber y verdad, La Piqueta, Madrid, 1985, pp.229.
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