"En el arte, el mercado no siempre resulta omnipotente" Saber negociar. Curadores de museos, galeristas y coleccionistas han reemplazado con los siglos a los mecenas en la relación de poder frente a los artistas. Acordar con ellos parece siempre aceptar la asimetría, aunque en ese juego difícil ósegún la habilidad, el talento y la obstinación de cada artistaó hay fisuras por las que se cuela la libertad de un creador. Así piensa Andrea Giunta, doctora en filosofía y letras, especializada en historia del arte. Docente de la UBA e investigadora del Conicet, ha recibido las becas Rockefeller, Paul Getty y Guggenheim. Escribe ahora un libro sobre el "Guernica" y dirige el equipo que está organizando en la UBA el archivo de Jorge Romero Brest. Analía Roffo: En su ya clásica Historia del arte, Ernst Gombrich cuenta que hay dos San Mateo de Caravaggio. Los dos son de 1602, pero sólo el primero corresponde a los criterios artísticos propios del pintor. El segundo fue reformulado según el estereotipo que le impuso su mecenas, que era un funcionario de la Iglesia. ¿Cuáles son los filtros que funcionan hoy para determinar cuál es un mejor arte o un arte más conveniente para la época? Andrea Giunta ;En el caso que usted recuerda hay, obviamente, una negociación. En realidad, siempre hay negociación entre el artista y su contexto. Durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX hay factores claros con los que se impone negociar: la Iglesia, el Estado, los mecenas particulares. Ya en el siglo XX, con la aparición de las vanguardias y con la construcción de un campo artístico autónomo, aparecen nuevos elementos con los que resulta imprescindible negociar: los críticos, los museos y las galerías, porque actúan todos como instituciones reguladoras. En definitiva, el campo artístico es mucho más autónomo que en los siglos anteriores, pero no en grado absoluto. AR: Da la sensación de que hay que negociar con muchos más que antes, pero que quizá tengan menos ejercicio de poder. AG: Como siempre, hay actores más poderosos que otros, y esa diferencia no depende exclusivamente del poder económico. Se habla hasta el hartazgo del poder del mercado, pero habría que ser sutiles en el análisis. Si hablamos estrictamente del mercado en cuanto a precios, ése es un campo relativamente sencillo de calibrar. Estudiamos cotizaciones, precios de venta en subastas, etc. Entonces, uno puede decir "este artista tiene tal precio". Pero hay un mercado de bienes simbólicos, de valores simbólicos, que funciona de otra manera. AR: ¿Cómo? AG: Difícilmente un artista joven pueda vivir de su producción artística. Por más que haya hoy una tendencia interesante respecto del coleccionismo de arte contemporáneo, un coleccionista puede comprar una, dos piezas de un artista, nada más. Ningún artista puede vivir de ese promedio. Entonces, vive de la enseñanza, de las becas, de los subsidios. Y para que estos puedan ser obtenidos, es imprescindible armar una red compleja que le reditúe en reconocimiento y legitimidad. En el mundo globalizado, estas redes de construcción de legitimidad son cada vez más complejas. Hoy en día, por ejemplo, la formación en academias nacionales está en déficit respecto del peso que puede tener participar en workshops internacionales. Ese paso les abre a los artistas jóvenes una puerta importante. Cuando uno ve, por ejemplo, quiénes son los latinoamericanos que exponen en la Documenta de Kassel, se da cuenta de que han adquirido visibilidad por haber atravesado esos circuitos de los workshops internacionales. Es obvio que para los argentinos es complejo acceder a ellos.
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