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El Primer Matrimonio Gay en Ecuador: Una Colaboraciòn Arte-Derecho. Parte 1
by Marí­a Amelia Viteri
06/23/11


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Marí­a Amelia: Así­ que te autoidentificaste como lesbiana en algún momento, después como fémina, como transgénero, y seguro que no hay ninguna secuencia, ¿verdad? Como dijiste, son como identidades fluctuantes, ¿no es así­?

Joey: Pues pasé de niña “marimacho” a “fémina”, luego a “lesbiana”, a “lesbiana masculina”, a “andrógin@”, a “boi”(7), a “chico trans” y supongo que actualmente soy un “hombre trans”… ¡pero actúo con tantas identidades que ya ni sé en que categorí­a encajo!

Marí­a Amelia: Bueno, volvamos a la boda — ¿cómo fue que promovieron este evento a nivel social? ¿Puedes ahondar más —sé que has mencionado algunas estrategias especí­ficas- en los usos del derecho alternativo? Es decir, ¿cuáles fueron las estrategias y plataformas que utilizaron para el matrimonio gay?

Elizabeth: Promocionamos el matrimonio utilizando un lenguaje muy distinto dependiendo del espacio. Lo presentamos en espacios interculturales, activistas, académicos. Con los medios el mensaje fue sencillo: “la primera pareja gay contraerá matrimonio en Ecuador”.

En determinados momentos del proyecto, nos mimetizamos con el discurso asimilacionista por estrategia. Bajar el perfil y hacerle el juego a la institucionalidad aunque el objetivo final fuera la subversión, permitió que un funcionario público se sintiera suficientemente cómodo como para autorizar un matrimonio tan polí­tico como el de Joey y Hugo. Por otro lado, el bajo perfil evitó generar un rechazo inicial que de plano no nos permitiera colocar el debate en la opinión pública más promedio: no en un público académico o politizado, sino en gente de a pie. Ahí­ hay una diferencia de estrategia entre nuestro transfeminismo alternativista y cierto sector del feminismo radical que no admite concesiones y sentencia: “El matrimonio es una institución patriarcal, es irreconciliable con mi feminismo y estoy en contra de él en cualquier forma o presentación”. Por impecables que sean los argumentos abolicionistas en su crí­tica a la naturaleza patriarcal del matrimonio, su debilidad es que existen en un lugar que a veces le resulta cómodo al sistema: el margen, a menudo presentado perversamente como el espacio de lucha de cuatro gatos. En cambio, al plantear la subversión desde dentro, a veces logramos incomodar mucho más al sistema porque le hacemos bulla en el Registro Civil y no en un lejano “afuera”.

Joey: En mi caso me encontré en una situación en la que estaba lo suficientemente cómodo como para casarme de una manera en la que sí­ creo.

Elizabeth: Por otra parte, la experiencia de vivir una institución en la que en principio no se cree es una prueba de honestidad importante. Una de las enseñanzas de este proyecto —el organizar una boda y ejecutarla de principio a fin como hacen tantas parejas en el mundo— fue la de vivir el peso monumental que tiene la institución. Una cosa es decir “no creo en el matrimonio y nunca me casaré”. Y otra cosa es pasar por el ritual, ir a retirar los fracs y sentir los nervios del dí­a anterior al de la firma de un simple papel que entonces entiendes que no es tan sencillo.

Joey: Y la cantidad de papeleo, finanzas y estrés que significó para mí­ durante meses antes de llegar siquiera a este paí­s, brincando por aros como perrito circense, hizo que me diera cuenta de lo difí­cil que resulta casarse para una persona cuya pareja es del tercer mundo y quiere desesperadamente entrar a Inglaterra: es una economí­a de matrimonio en la que resulta imposible que la mayorí­a ingrese al paí­s, porque se diseñó así­ a propósito. Los que tienen educación, contactos, dinero, tiempo y conocimiento del sistema sí­ logran ingresar al paí­s, pero la mayorí­a no tiene posibilidad alguna.

Elizabeth: Y la legalidad respalda esa economí­a. El sistema ecuatoriano, por ejemplo, requiere únicamente un certificado de solterí­a para que un extranjero pueda casarse con un ecuatoriano. En cambio, el sistema británico está diseñado para ejercer un estricto control migratorio y, en esa virtud, Joey debió jurar en nombre de la Reina de Inglaterra que se casarí­a con Hugo Vera y sólo con él. La idea es evitar matrimonios arreglados por precio y un flujo de extranjeros hacia el Reino Unido.

Joey: Antes de salir del Reino Unido me vi obligado a especificar con quién me querí­a casar, y a proporcionar copias de su identificación, fecha de nacimiento, ciudad de origen, domicilio, teléfono, y los nombres del padre y la madre. Tuve que explicar dónde y cómo nos habí­amos conocido en una entrevista bajo juramento, para poder casarme en el exterior.

Ya en Ecuador, una funcionaria de la Embajada Británica y un empleado del Registro Civil se aliaron para evitar que se llevara a cabo la boda creando nuevas trabas cada semana. Así­ que cometimos un error pensando que podrí­a intentar pasar por una “mujer normal”, de conformidad con mi sexo legal, para facilitar el proceso. Lo único que logré con eso fue parecer travesti, con lo cual únicamente logramos complicar más el asunto: como destacaba todaví­a más, no querí­an creer que fuera mujer como decí­a en mi pasaporte.

Elizabeth: De hecho, el mismo dí­a en que Joey se presentó de drag queen en el Registro Civil, se habí­a presentado de terno en la oficina de la funcionaria de la Embajada horas antes. También hizo, por precaución, dos declaraciones juramentadas de solterí­a: una como hombre y otra como mujer. Juró en ambas ser una persona honesta y verdadera. Fue fascinante desde el punto de vista performativo.

Joey: Las mujeres saben muy bien cómo actuar de manera sumisa y cambiar las cosas desde adentro, porque lo han hecho a lo largo de la historia con los hombres con que han estado casadas o no. Puedo decir que desde la óptica de haber sido mujer durante años les tengo un respeto absoluto a las féminas que tienen que recurrir a estrategias para sobrevivir en un mundo masculino todos los dí­as. Pero últimamente casi he perdido la habilidad de actuar como mujer y por eso Ellie luego tiene que darme una patada debajo de la mesa para que me calle, porque como género masculino estás más acostumbrado a poder opinar cuando quieras. Sin embargo, esta experiencia intercultural me ha enseñado a respetar las culturas conservadoras y a darme cuenta de los privilegios que gozo como persona occidental de tez blanca.

Elizabeth: Creo que el proyecto nos probó a ambos en nuestros lí­mites profesionales; a Joey como terrorista del género y a mí­ como alternativista.

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* * Apunte aquí para leer la segunda parte de "El Primer Matrimonio Gay en Ecuador" * *

Citas:

1) Elizabeth Vásquez es una abogada transfeminista, cuyo trabajo activista en temas de género y diversidad sexual se basa en el diseño original y ejecución de “usos alternativos del derecho”, abreviados como “UADs”. Fundó la Patrulla Legal y el PROYECTO TRVNSGEN3RO — Cuerpos Distintos, Derechos Iguales, y es quien ha marcado las principales lí­neas discursivas y de acción de esta organización. Contacto: esetos@gmail.com; www.proyecto-transgenero.org
2) Joey Hateley es un artista de teatro experimental transfeminista — actor, escritor, director, educador y activista de arte. Crea obras innovadoras de performance interculturales y transformadoras que abordan temáticas de identidad, diversidad, inclusión y potenciación. Es el Director Artí­stico de TransAction Theatre Company, una organización que realiza obras performáticas sociopolí­ticas en colaboración con otras en distintas partes del mundo. Contacto: genderjoey@hotmail.com; www.transactiontheatre.co.uk/
3) Aborda los campos del género, las sexualidades, las identidades, la ciudadaní­a en comunidades Latinas LGBT y migrantes en Estados Unidos y Ecuador principalmente

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