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Arte y Teorí­a
Entrevista con Walter Mignolo, parte 1
La Tronkal




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Volvamos al museo. Pensemos el museo como la universidad. ¿Quién construyó estas instituciones?, ¿para qué se han hecho estas instituciones? Pensar la historia del museo en relación a la colonialidad es una tarea muy reveladora. Por ejemplo, si pensamos en la trayectoria que va de las Kunstkamera o “gabinetes de curiosidades” a la fundación del Louvre y del British Museum entendemos cómo los museos en occidente construyeron en primer lugar su propia memoria Occidental y el espectáculo exótico de los no-Europeos, gente cuya memoria fue borrada o reapropiada y reescrita en la inscripción de museos de las culturas del mundo alado de cada imagen visual u objeto exótico. La fundación del British Museum está muy relacionada con el proyecto de coleccionar objetos nacionales o de la tradición romana. Pero luego, a medida que los Europeos se dispersan por el mundo, la coloniadad del saber es imparable: no se pudo colonizar a China y Japón como se colonizó a India, pero Chinos y Japoneses fueron “conocidos” (mejor aún, apropiados epistémicamente) por los Europeos, como también lo fueron los objetos que se desplegaron en los museos etnográficos y de historia natural. Notemos que para los Japoneses esto pudo haber sido motivo de orgullo, para algunos, pero en general, fue irrelevante para su vida cotidiana cómo Europa exhibí­a la cultura Japonesa y gente en los museos europeos. Pero para los europeos fue muy importante porque las culturas japonesas en museos etnográficos los hací­an sentir superiores cuando una tarde de domingo visitaban los museos. Después Europa empieza a dividir el museo de arte, y el museo de historia natural, por ejemplo. Entonces el museo es fundamental en la construcción de la identidad occidental mientras que los museos de historia natural y de etnografí­a (y hoy los museos de “World cultures”) son fundamentales en la construcción europea de su otredad. En esta división de los saberes, toda la iconografí­a Azteca o los libros chinos, por ejemplo, están en el museo de historia natural, etnográficos o de World cultures (que significa no solamente diferente sino inferior a la civilización europea). Estos son algunos para mí­ claros ejemplos de cómo el museo y la universidad son instituciones que producen y transforman la colonialidad del saber, pero también la colonialidad del ser porque forman identidades.

La cuestión es cómo nosotros ahora nos enfrentamos con esas historias y cómo usamos los espacios con proyectos decoloniales. Artistas como Fred Wilson son un buen un ejemplo de como puedes dar la vuelta al museo y construir proyectos decoloniales dentro de instituciones coloniales.

Fred Wilson hace instalaciones con objetos ex-traí­dos de los depósitos de los museos (que son tan o más interesantes de ver que lo que el museo exhibe, excepto que no están abiertos al público. En Mining the museum (puedes encontrar fotos en la Web), por ejemplo, una pieza es una formidable platerí­a, posesión de familias adineradas del Estado de Baltimore y, en el medio, las esposas de los esclavizados africanos que hicieron posible esa magní­fica platerí­a. Toda la instalación está construida sobre este principio: de-velar detrás de las apariencias la realidad que las hace posible. Esto es el equivalente a lo que en nuestra lengua es la retórica de la modernidad, lo visible (oh, que magnifica platerí­a) y lo que no se ve, la lógica de la colonialidad, las esposas de los africanos esclavizados. A su vez, la propia instalación de Wilson es un acto de descolonización del museo y al mismo tiempo del saber y del ser.

Marí­a Fernanda Cartagena: Hemos estado hablando de este giro hacia lo visual en las sociedades contemporáneas. Tomando en cuenta los aportes hacia la desnaturalización de lo visual por parte de los estudios visuales euro-norteamericanos, que elaboran básicamente en referentes como Barthes, Foucault, Lacan, Althusser ¿cómo podrí­amos pensar un proyecto de visualidad a partir de la modernidad/colonialidad?, ¿cómo podrí­amos interrogar esta epistemologí­a de los estudios visuales anglosajones desde otros lugares?

WM: Con un ejemplo te respondo. Hay un artista mexicano, Pedro Lasch, que hizo una instalación llamada Black Mirror/Espejo Negro para el Nasher Museum of Art at Duke University que está dando vueltas por varios museos. Como Fred Wilson, Lasch sacó muchas piezas del sótano del Museo, piezas que no se usaban, estatuas, platos, etc., de la civilización Azteca y Maya que el Museo de Duke tiene bastante. Entonces saca estas piezas del sótano y crea un espejo negro que lo pone en la pared, y en un pedestal frente al espejo pone una estatua Maya. Tú entras a la sala y ves el revés de todos los objetos, los objetos miran hacia el espejo negro y una luz da al objeto. El objeto se refleja, o sea que estás detrás del objeto pero ves el frente en el espejo negro muy claramente. Cuando estás mirando al frente, se empiezan a ver imágenes difuminadas, y son las imágenes de la iconografí­a castellana, incluidos personajes pintados y pintadas por El Greco o Velásquez, en fin, imágines visuales, de toda la elite de la monarquí­a española que está en la sombra. Este me parece otro ejemplo espectacular de cómo a través de las instalaciones se puede crear visualidades que además generan nuevas teorí­as para desmontar la colonialidad de la imagen, del museo; producir instalaciones decoloniales y generar conversaciones, teorí­as, pedagogí­as decoloniales.

En cuanto al otro aspecto de tu pregunta creo que, volviendo a lo dicho más arriba, es urgente desmantelar la idea de que lo visual es algo aparte de la escritura pues es precisamente el privilegio imperial occidental de la escritura que relegó lo visual no escriturario a un segundo plano. Tal distinción es una magní­fica forma de controlar y devaluar conocimiento tanto en occidente como en otras regiones tanto por parte de la derecha como de la izquierda. Por otro lado, imágenes sin textos verbales o alfabéticos que las comenten, pierden mucho de su poder. Esta es una tarea fundamental en el ámbito de la decolonialidad del saber, tomada como categorí­a general, la cual se manifiesta en la colonialidad del ser, del ver, del sentir. Por eso es que para el proyecto descolonial es fundamental comenzar por la enunciación en vez de hacerlo por el enunciado. Puesto que si nos debatimos en el ámbito del enunciado la enunciación continúa en manos de las categorí­as, las subjetividades y las instituciones occidentales, tanto en Europa y en USA como en las excolonias, o los lugares que nunca fueron coloniales pero que no escaparon a la expansión epistémico de occidente (como China y Japón) que, dicho sea de paso, en estos momentos está ya en proceso de salir del espejismo y de la magia blanca en las que los envolvió occidente desde la segunda mitad del siglo XIX. El proyecto de-colonial debe remover la enunciación de las manos controladoras de la epistemologí­

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