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Arte y Teorí­a
Entrevista con Walter Mignolo, parte 1
La Tronkal




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El eje del concepto mismo de colonialidad (cuando el colectivo se formó) fue la colonialidad del saber. Y así­ se titula el libro editado por Edgardo Lander, que fue la primera publicación donde el colectivo en formación aparece (Quijano, Lander, Escobar, Coronil y Mignolo). Cuando Quijano dice el eurocentrismo es una cuestión epistémica y tenemos que desengancharnos epistémicamente, la epistemologí­a se concibe en términos de ciencias sociales. Por ahí­ empieza el proyecto, pero a poco nos vamos dando cuenta que el saber va mas allá de las ciencias sociales e involucra todas las disciplinas construidas en Europa desde el renacimiento. A poco nos damos cuenta que ese saber imperial se autovalora para descalificar otras formas de saber. Y que ese saber imperial se construye sobre el control de la escritura y de la escritura alfabética y se asocian al concepto de Razón. Paralelo hay otros saberes “menores” frente al saber expresado en escritura alfabética, como la religión y la estética que involucra las artes en general. Todo esto solo para Occidente. Imagí­nate cuando todo este aparataje se proyecta sobre las colonias. La religión (cristiana) y las artes (normatividad estética), se convierten en instrumentos de descalificación de todo sistema de saber y sentir que no sea el construido a partir del Renacimiento.

Así­ cuando comenzamos como proyecto colectivo nos dábamos cuenta de que el saber era un instrumento de colonización, pero tomó algunos años darnos cuenta que por ejemplo la religión y la estética era parte de ese sistema de colonialidad epistémica del saber, del creer, del ver y del oí­r. Hay varias manifestaciones del pensar, puede ser la escritura, puede ser la imagen, puede ser narrativa de imagen, puede ser el sonido, puede ser en danza, etc., pero esta es una concepción reciente. Cuando empecé a hacerme estas preguntas, que aun no las he resuelto, pensaba en Benveniste. El dice que, de todos los sistemas semióticos, la lengua es el único que es a la vez un sistema y un meta sistema capaz de referirse a los otros sistemas semióticos. Es decir, vamos al cine, después nos vamos a tomar un café y comentamos la pelí­cula en palabras. Escribimos sobre pelí­culas todo el tiempo pero, por ejemplo, no producimos imágenes visuales para tener un diálogo sobre novelas. Entonces esto es una cosa que no lo tengo resuelta, pero la cuestión abierta es, qué diferencia hay entre el habla y la escritura como sistema semiótico, y otros sistemas semióticos como el ver, el escuchar, el sentir golpes, las sensaciones, el movimiento de la danza etc. Ese serí­a para mí­ uno de los problemas a pensar en este momento.

Mayra Estévez: Desde el proyecto modernidad/colonialidad, ¿podrí­amos pensar que la construcción arte como institución, en sus prácticas sonoras como artí­sticas, ha contribuido a la retórica de la matriz colonial y mediante la instrumentalización de “lo estético” a la racialización y jerarquización de lo “humano” como experiencia y herida colonial?

WM: Sin duda, para simplificar yo dirí­a que una manera de entender este asunto es pensar las relaciones y la complementariedad entre el museo y la universidad. El museo y la universidad son dos instituciones no solamente educativas, sino son instituciones que controlan el conocimiento (en todas sus manifestaciones semióticas). La universidad estarí­a más, sobre todo la universidad tradicional, fundada sobre las disciplinas, sobre la escritura, sobre la lógica, sobre la gramática, sobre todo este tipo de cosas. El museo en cambio más sobre lo visual, pero en este momento es interesante pensar la historia, pensar ambas, la historia de la universidad y la historia del museo. Cómo se forma la universidad, no solamente cómo se forma, (la Universidad de Bolonia, la Universidad de Coimbra, la de Salamanca, que son anteriores a la formación de la modernidad/colonialidad) sino también cómo se transforman, cómo se reconvierten esas universidades en universidades renacentistas en universidades de la ilustración (la universidad kantiana-humboldiana y hoy la universidad corporativa), pero al mismo tiempo cómo se instalan fuera de Europa (como las sucursales de Mac Donald’s). Por ejemplo la Universidad de México, la Universidad de Santo Domingo, la Universidad de San Marcos en Lima, y aún Harvard en la primera mitad del siglo XVIII etc.

Estos momentos, sobre todo en EEUU, se está promocionando lo visual. En Duke el departamento de Historia del Arte se renombró como Historia del Arte y Estudios Visuales. Fundaciones que apoyan la investigación (Rockefeller, Mellon, MacArthur) están invirtiendo cantidades significativas de dinero para apoyar este giro hacia la visualidad no escrituraria. Lo cual por un lado es necesario, dado la prioridad de la visualidad escrituraria. Por otro lado, en la medida en que se empaqueta en la ideologí­a de la transformación como novedad, entra de lleno en la retórica de la modernidad y continúa ocultando la lógica de la colonialidad. Podrí­amos pensar que el impulso que en las universidades en este momento están dando a lo visual no escriturario puede ir por dos caminos. Puede dar pie la descolonización, pero también puede ser una reproducción de la colonialidad, y en este sentido, más imágenes se miran y menos se piensan. Si usamos la imagen como rearticulación de la colonialidad, los videojuegos, la televisión, el Blackberry, todo ese tipo de cosas, por un lado nos pueden dar potenciales enormes, pero por otro lado son magní­ficas nueva formas de control de la población: igual que la religión puede ser el opio de los pueblos también la tecnologí­a comunicativa puede serlo. Y en realidad lo está siendo. Un ejemplo espectacular de esto es la propaganda, el uso de lo visual en propaganda para narcotizar al consumidor. La imagen en propaganda funciona como el péndulo hipnótico en la terapia médica.

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