Una Bienal propia de los contextos no occidentales no tiene que competir en el terreno del buen oficio, que ya se aprecia hasta el cansancio en los eventos internacionales. Con ello no estoy valorizando la precariedad formal, a la que se ven abocados en muchas ocasiones nuestros artistas, por el contrario, pretendo llamar la atención sobre "el arte festivo" como el gran peligro que pareció dominarla, pues él no marca giros, no crea paradigmas, solo la ferializa, con el holgorio propio de la algarabía que genera el mercado.

Teniendo en cuenta estas circunstancias las muestras centrales no lograron encaminar el tema en dirección al despliegue de sus posibilidades, facilitando el camino de los diálogos culturales y sociales que identifican nuestro entorno. A esto se sumó, el peso del arte cubano, que opacó las muestras extranjeras situadas en espacios no bien resueltos desde el punto de vista curatorial y la forma que adoptó el evento teórico a través de conferencias que no provocaron discusiones de interés. No obstante, se debe resaltar la ofrecida por la Dra. Llilian Llanes basada en su libro "Memorias. Bienal de La Habana 1988-1999" en el que aborda sus experiencias como directora del evento durante varias ediciones.

Abogo porque este evento se mantenga, dada la oportunidad que brinda para ver y pensar sobre arte, pero si las riendas son bien agarradas desde el arte y no desde los elementos foráneos que lo deforman. Si bien, plantearse esta perspectiva puede ser una total utopía, no vale la pena repetir la actual experiencia, donde quede la ilusión de que lo que vale es hacer arte según los designios del mercado.

La experiencia vivida me confirma el valor de la crítica del arte cuando activa un pensamiento que se arriesga penetrando las zonas difíciles del mundo artístico. Para el arte no tiene sentido gastar el tiempo de los pensadores y los artistas en un discurso débil, complaciente y cómodo con el que todos estén a gusto.

Notas

* "A veces pienso que a mi generación le correspondió vivir bajo el signo de aquella sabia maldición asíática que dice: "Ojalá te toque vivir en tiempos interesantes"…." En: Llilian Llanes. Memorias de la Sexta Bienal de La Habana. Rev. Arte Cubano. No 1/1998, p. 36.

(1) Mosquera, Gerardo. "Caminar con el diablo. Textos sobre arte, internacionalización y culturas" Publicaciones EXIT, España, 2010, p 151.

(2) Puede consultarse: Jorge Fernández Torres Prácticas artísticas e imaginarios sociales. En: Catálogo de la XI Bienal de La Habana. Ed. Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam / CNAP.2012. Págs. 16-28.

(3) Para que se tenga una idea de cómo creció numéricamente esta edición con relación a las anteriores, por ejemplo, en la IX Bienal hubo un número aproximado de 57 exposiciones colaterales.

(4) Cito las palabras de Elvia Rosa Castro, una de las conocedoras más activas del arte cubano del presente, en la presentación de su exposición Escapando con el paisaje: "…En el contexto de la Bienal de La Habana, transformado hace años en una plataforma mercantil, cuya febrilidad sobrepasa el interés artístico y cultural con que surgió el evento…".

(5) Javier G. Vilaltella. En intercambio de opiniones con la autora. Especialista en Estudios Culturales, profesor de la Universidad de Munich.

(6) Marilyn Zaitlyn. Arte cubano entre dos bienales. En: Rev. Arte Cubano. No 1/2001, p. 9.

(7) Antonio Eligio Tonel, crítico y curador de arte, radicado en Canadá. Una de las voces críticas más sólidas que ha estudiado y escrito sobre el denominado Nuevo Arte Cubano.

(8) Integrada por: Gabriela García, Néstor Álvarez, Héctor Remedio, Yadier González, Pável Méndez, Nelson Ladicani, Jaime S. Rodríguez y Cristian Cuevas, estudiantes del primer año del Instituto Superior de Arte de La Habana.