Pero tal vez el ejercicio aún más intangible que lo intangible, en términos de soluciones formales o productos concretos, fue Tráficos. Diseminados por la ciudad haciendo de las suyas, los artistas de Tráficos concretaron el viejo sueño de San José, de estar expuesta a un proyecto artístico fuera de las márgenes que son los muros de cualquier institución. Apostar a lo que Lorca ya muy bien había sentenciado: la poesía está en las calles.

Definitivamente en términos de relación con públicos potenciales Tráficos fue la propuesta más valiente y más eficaz de Estrecho. Los actores de este proyecto no venían exclusivamente del circuito artístico sino que eran antropólogos, arquitectos y miembros de otras disciplinas. El propio nombre dejaba entrever cierta ilegalidad que es la que operó en las transacciones y la economía informal en que se sostuvo el mismo, mientras se desarrollaba la empatía que supuso la presencia de todos los artistas en la ciudad y sus contactos con el público local y entre ellos mismos, a fin de poder sacar sus propuestas a la luz. El particular lazo de amistad y colaboración que produjo el proyecto de Antoni Abad con la comunidad de migrantes nicaragüenses, para quienes instrumentó un canal alternativo de divulgación e información de mano de la tecnología celular, fue quizás el más complejo y exitoso de todos los programas de Estrecho, porque se ve reflejado en la efectividad que tiene sobre una población que hasta ese momento era ajena al circuito del arte.

La relación entre el colectivo brasileño Bijari, la colombiana Carolina Caycedo y el salvadoreño Danny Zavaleta aportó el sabor de las colaboraciones de artistas, quienes al margen de sus proyectos iniciales, detectaron problemáticas concretas de la ciudad y las cuestionaron a partir de un trabajo conjunto. Mientras el proyecto de Full Dollar incluyó a los trabajadores del Hotel donde se hospedó X. Andrade y el de Juan Ignacio Salom propuso recorridos urbanos contados por los niños de zonas depreciadas de la ciudad.

Tráficos caló hondo. Incorporó la asistencia de todo lo que estaba a su alrededor convirtiéndolo en cómplice del proceso artístico, e intoxicándonos de disidencia. Fueron sus actores quienes cerraron como una gran fiesta el proceso de todos y los que, al margen de actos formales, dieron el toque humano y subversivo a Estrecho.

La vigencia de Estrecho Dudoso está en poner la incertidumbre en su nombre y con ella atreverse a dudar de las fronteras políticas, geográficas e ideológicas porque el arte siempre logra saltarlas. De esto, a grandes rasgos, algunos se perdieron. El éxito de cada proyecto no puede ser medido en lo que de él perdurará en los medios o en los catálogos o los libros de texto; hay también un ingrediente excepcional en la experiencia y el paso incierto e intangible que una vez ─y dos─ fue el Estrecho Dudoso. Eso nos lo enseñó Carolina Caycedo (quien intercambiaba cosas o labores fuera de las transacciones económicas) cuando se negó a exhibir documentación de su trabajo. Dijo: el arte tiene que servir para algo más, estar latente en una niña, un corte de pelo, el gesto agradecido de una familia, los amigos.

Clara Astiasarán

Notas:

(1) Estrecho Dudoso se realizó en las siguientes instituciones: Fundación TEOR/éTica, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), Museo de Arte Costarricense (MAC), Museo de Formas Espacios y Sonidos (MUFES), Museo Nacional, Museo Histórico Rafael Ángel Calderón Guardia, Museo Juan Santamaría de Alajuela y Museos del Banco Central. De este mismo modo se integraron los bajos del Parque Central, Plaza de la Cultura y lugares públicos de San José.

Link:

Estrecho Dudoso