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Crítica de la razón migrante


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La Casa Encendida ,
05/06/2014 - 12/07/2014
Madrid, Spain

Crítica de la razón migrante (o del nacionalcatolicismo como ideología concentracionaria)
por Jaime Vindel

Esta desatención sanitaria, además de vulnerar de manera flagrante los derechos humanos, redunda en la "desaparición" social de estas personas, relegadas al nimbo jurídico del "oficialmente no existo" al que aluden Stephan Dillemuth, Konstanze Schmitt y Territorio Doméstico en su performance Triunfo de las domésticas activas, de 2010. Al ocupar el espacio público con esta acción, estas artistas consiguen revertir parcialmente esta situación, enfatizando que el trabajo de estas inmigrantes es ante todo un trabajo "vivo", tanto en el sentido marxista, pues este abandono jurídico las despoja de toda propiedad que no sea la consciencia de su cuerpo como fuerza de trabajo, como en un sentido vitalista, pues, en definitiva, esa misma desnudez del trabajo vivo es la que hace innecesaria cualquier justificación de su deseo bajo el marco discursivo de la razón legal que niega su existencia: "Estoy buscando una vida mejor. Punto". Pensada así, la figura del migrante se aproxima a la rebelión política: la pasividad tradicionalmente asignada al trabajo doméstico se torna activa autoafirmación frente al orden vigente, al reparto estético-legal de los cuerpos en el espacio social.

Tras este inicio vibrante de la exposición, la muestra se adentra en las instancias que abordan los espacios de socialización con los entornos afectivos de procedencia (es el caso del video de Magdalena Correa sobre los locutorios del barrio barcelonés del Raval, de 2006), la corporalidad cartográfica de los territorios de origen de la inmigración y la sangrienta línea de demarcación que las concertinas del muro de Melilla imponen sobre el deseo de alcanzar el espacio europeo por parte de los inmigrantes procedentes del área subsahariana (como en la performance de Miguel Benlloch AcuCHILLAd+s, de 2014). En ambos casos, las voces y las imágenes pierden cierta intensidad debido a una literalidad que, más allá de las buenas intenciones, resulta más artificiosa en la acción de Benlloch al ser contrastada con lo punzante de los registros que han circulado durante los últimos meses en torno a las heridas sufridas por las personas que han intentado saltar la valla.

Ese no ha sido el único daño sufrido por los inmigrantes que han tratado de entrar durante los últimos meses en los territorios que representan los últimos restos coloniales españoles en las costas de África. El pasado 6 de febrero, quince personas acabaron ahogadas en la playa ceutí del Tarajal. Los inmigrantes fueron disparados con pelotas de goma por agentes de la Guardia Civil -que en ningún caso les prestaron ayuda ni avisaron a salvamento marítimo- cuando intentaban alcanzar la orilla. Aunque el Ministerio del Interior negó en un principio lo sucedido, finalmente debió de reconocerlo ante la aparición de una serie de registros videográficos que acreditaron los hechos. La política oficial otorgaba así nuevos matices a una de las sentencias del trabajo de Rogelio López Cuenca, Picasso opening (2013), donde el artista contraponía la conversión espectacular del icono modernista con la normalización periodística del "drama" de la inmigración. El enunciado "For copyright reasons image is not available" establecía el modo en que la reproducción de las relaciones de propiedad y la domesticación del sufrimiento de los otros actúan como elementos estructurales de la sensibilidad política y social. En este sentido, el gran acierto de los curadores a la hora de concebir el recorrido de la muestra es complementar la apertura del ángulo de visión en torno a la razón colonial/ moderna con su inscripción singular en la hegemonía cultural contemporánea del Estado español.

Es ahí donde cobra fuerza la parte final de la exposición. El carácter esperpéntico de la quiromancia de Lucía Egaña es en realidad un pretexto para construir una visión sarcástica y mordiente de los estereotipos nacionalcatolicistas. La vitrina compuesta para dar cuenta de la acción recopila diversos elementos que han contribuido a la construcción de ese imaginario, como la Historia ilustrada de la Guerra Civil española (1970), firmada por el escritor franquista y articulista del diario El Alcázar Ricardo de la Cierva. Ese cuestionamiento de la estabilidad y la hegemonía de la iconografía de lo hispano encuentra su prolongación en la instalación que repone en formato expositivo el "Via Crucis" de Daniela Ortiz y Xose Quiroga Homenaje a los caídos, de 2012. Coincidiendo con la fiesta de la Hispanidad, el 12 de octubre de ese año idearon una acción que reflexionaba sobre la actualización histórica de la razón nacionalcatolicista bajo la forma de las políticas concentracionarias sufridas por los inmigrantes en los CIEs. Dado que, como hemos señalado, la idea de raza es consustancial a la modernidad eurocentrada en su definición de la otredad (no en vano la fiesta de la Hispanidad se conocía (y aún se conoce) tanto en la España franquista como en muchos países ya independientes de América Latina, por la efemeride del "Día de la Raza"), antecediendo incluso a la discriminación por el color de la piel, no es casual que esta otredad excluyente reaparezca con toda su intensidad histórica en un momento de crisis económica, social y política como el que atraviesa el Estado español en el presente. Ortiz pone en relación todos estos elementos realizando su particular procesión por la geografía urbana de Madrid, que la lleva desde la Plaza de Colón, cuyos jardines del Descubrimiento sirven anualmente de telón de fondo al desfile del ejército patrio, hasta el Hospital 12 de octubre, donde murió Samba Martine, la ciudadana de la República democrática del Congo retenida en el CIE de Carabanchel y a la que le fue negada en repetidas ocasiones la atención médica antes de ser trasladada al centro hospitalario. El rostro de Martine aparece en la pancarta que durante todo su periplo porta Daniela Ortiz, quien recorre también las calles del barrio madrileño de Aluche hasta llegar al mencionado CIE. Este se encuentra próximo al antiguo solar de la cárcel de Carabanchel, cerrada en 1998. En ese año los vecinos la reclamaron como Centro de la Memoria Histórica, pues había sido cárcel de presos políticos republicanos durante el franquismo, pero fue demolida en 2008.

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