Museo Nacional de Arte Reina Sofia,
12/05/2010 - 06/09/2010
Madrid, Spain
Principio Potosí. ¿Cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?
por Jaime Vindel
En el caso concreto de Principio Potosí, cabría pensar hasta qué punto la irrupción de esta autocrítica del papel genocida y colonial de la metrópoli en el centro mismo de su escaparate cultural salva la estricta redención de un complejo histórico de culpa para convertirse en un instrumento social de análisis de las formas de neocolonialismo económico y cultural que perviven, bajo distintas máscaras, en la actualidad.(5) Por lo demás, el mismo proceso de trabajo curatorial no se ha visto exento de tensiones, que quizás explican algunos de los aspectos más dudosos de su formalización final. La rayuela tramada por Creischer, Hinderer y Siekmann, acompañada de una guía de exposición cuyo tono enunciativo se encuentra a medio camino entre la autoridad y la altivez del sabio marxista, revela numerosos altibajos procedentes no solo de la potencia intrínseca de las obras -algunas de las cuales evidencian el agotamiento de las estrategias más manidas de la crítica institucional- sino también de los excesos asociativos que conducen a tender puentes entre formas de explotación cuya historicidad se resiste a la aparente equivalencia generada por el mero establecimiento de una relación entre fenómenos dispares.(6)
En relación con este punto, resulta interesante que el MNCARS haya apostado por otorgar visibilidad a aquella facción del equipo curatorial inicial que decidió abandonar el proyecto por desavenencias con su núcleo europeo. El museo, en su intención de generar criticidad desde la institución, apuesta por “poner en tensión las dinámicas norte-sur del conocimiento, las distancias y fronteras entre un modelo de pensamiento-otro y, sobre todo, dar cabida al desacuerdo dentro de un complejo proyecto expositivo”.(7) Ese desacuerdo proviene de la posición planteada por la socióloga, historiadora y activista aymara Silvia Rivera Cusicanqui y por el etnomusicólogo Eduardo Schwartzberg -ambos integrantes del grupo boliviano de acción y crítica cultural El Colectivo- y ha cobrado forma en el libro-catálogo Principio Potosí Reverso.(8) Dividida en tres partes que subvierten el orden lineal de lectura, la publicación propone un giro epistemológico que desplaza la centralidad de la reflexión de la revisión autocrítica de la historia de occidente hacia una mirada que parta desde el reconocimiento y la reivindicación del pensamiento, las costumbres y las lenguas andinas -en lo que tienen de sentido oposicional a la moral, la cosmogonía y la teleología cristianas. Conscientes, como ha señalado el crítico cultural Xavier Antich, del paralelismo existente entre la imposición cultural por parte del Imperio español de un universo visual (del que una buena muestra son los cuadros de santos, vírgenes y arcángeles de la Escuela de Potosí dispuestos en la sala del MNCARS) y la legitimación de “la violencia del dominio y la explotación”,(9) los autores del volumen rastrean las infiltraciones simbólicas y la especificidad de la ritualidad andina.
De esta manera, en el contexto festivo del 2010, se trata de dar cabida, por utilizar la expresión de la propia Rivera Cusicanqui en su libro recientemente publicado Ch´ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores, a “otro bicentenario”, de signo diferente tanto a las celebraciones criollas de las independencias latinoamericanas que copan la actualidad mediática del subcontinente como al mencionado revisionismo metropolitano. La mirada de Rivera Cusicanqui se centra en los movimientos insurgentes de las comunidades indígenas andinas. Cuando se remonta a hitos como la sublevación de Tupaq Katari contra el Imperio español en 1781, la autora insiste en destacar las reverberaciones que ese imaginario de resistencia ha tenido en movilizaciones mucho más recientes: “si miramos la rebelión de Katari desde el presente, la memoria de las acciones se proyecta en el ciclo de levantamientos y bloqueos de caminos de los años 2000-2005, con epicentro en la ciudad de El Alto, uno de los cuarteles generales de las tropas rebeldes en 1781”.(10) La búsqueda de otras fechas en las que ubicar el punto de inflexión en los procesos colectivos emancipatorios en América Latina, como alternativa a la ideología neocolonial consensuada por la mayoría de sus Estados-nación, ha llevado a otros intelectuales a emprender diversos proyectos de investigación. Tal es el caso de Eduardo Grüner, quien en el primer número de la revista del MNCARS, cuya aparición ha coincidido en el tiempo con la presentación de Principio Potosí, esboza algunas de las conclusiones desarrolladas en su libro La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución, auténtica contracara de la memoria de las glorias bicentenarias. Si Rivera Cusicanqui plantea la otredad étnica de lo indígena como una posición que se sustrae simultáneamente a la esencialidad de lo arcaico y a las poéticas de la hibridación de corte más postmoderno, Grüner rescata el artículo 14 de la Constitución haitiana de 1805 (“Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros”) como principio de un proceso revolucionario (una revolución más francesa que la francesa, por reproducir sus palabras) en la que la desidentificación racial fue la garantía -después aplastada- de la igualdad política.(11)
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