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Acciones, Conversaciones e Intersecciones


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Twenty Years of Explosive Graphics by        Center for the Study of Political Graphics


Installation consisting of a working printer by        The Journal of Aesthetics and Protest


Cup Thoughts by        Nicola Atkinson Does Fly













Barnsdall Arts Center ,
24/01/2010 - 18/04/2010
Los Angeles, CA, USA

Acciones, Conversaciones e Intersecciones
por Rodrigo Marti

Catorce proyectos conformaban la “zona histórica”. En el patio se encontraba un vivero de plantas nativas de la Theodore Payne Foundation con materiales educativos sobre botánica, así­ como una selección de especies de plantas de la región. Varios proyectos operaban fijando distintos lineamientos participativos en el marco de la exposición, como un horario fijo para tomar el té, un intercambio de platos hechos a la medida, un dibujo grupal: una serie de acciones especí­ficas, desde jalar hasta arrojar, imprimir, bailar, etc., pero lo más gratificante y relevante en cuanto al contexto fue la capacidad de ciertos proyectos de activar “zonas” crí­ticas, dinámicas o corporales. El inmenso proyecto de Suzanne Lacy y el Otis Public Practice Program abarcó una ciudad entera en su marco contextual. Este proyecto que duró un año desarrolló relaciones y prácticas artí­sticas con y para la comunidad de Laton, en el valle de San Joaquí­n localizado en la zona agrí­cola del centro de California. Esta colaboración fue instigada por más de una docena de estudiantes y profesores, involucró una gama de especialistas en varios ámbitos y culminó en marzo del 2009 con una procesión nocturna por la calle principal con comida, música y proyecciones. Su presencia en la galerí­a se manifestó como una video instalación de varias partes con una recreación de una fachada tí­pica de Laton, del tamaño de una habitación, llevando la pequeña comunidad, sus habitantes y fragmentos de las reflexiones de la artista a la galerí­a.

Figuraron dos “escuelas” en la exposición, The Finishing School y The Public School. The Finishing School instaló su “wetlab” (laboratorio mojado) en la “zona histórica” de la muestra. La sencilla presentación del proyecto incorporó sendas imágenes, unos volantes para llevar a casa, y un ejemplo de un dispositivo de sonido que emití­a ruidos molestos. Este trabajo formó parte de un proyecto más grande que se expone en detalle en el sitio web del grupo, y que describe la obra como “un proyecto de múltiples iniciativas en torno a la creciente preocupación por la utilización pico del agua, a través de intervenciones, la praxis, coalición y activismo” (sitio web de Finishing School). El contenido fuerte del proyecto estuvo a la par con la capacidad de la instalación de darle un tono menos serio a la “zona histórica”, después de pasar por una sacudida inicial. Un dispositivo elaborado por los propios miembros del proyecto, al entrar en contacto con el agua, tocaba una grabación a elección del espectador; la grabación que el grupo uso como ejemplo consistí­a en un aullido estremecedor, recurriendo así­ a un clásica broma para provocar una reacción entre aquellos que abusan del agua y dejarles un mensaje difí­cil de ignorar. La otra escuela participante, The Public School (La Escuela Pública), es una plataforma de escuela alternativa con varios capí­tulos a nivel internacional. Trabajan por medio de una sencilla estructura en lí­nea que permite que el público sugiera cursos (académicos y de oficios) y participe en cualquiera de los cursos ofrecidos. El grupo impartió tres cursos a distancia en la “zona de acciones” enfocados al tema de “Ambivalencia”, conectándose ví­a Skype con sus colegas en Chinatown, en el centro de Los íngeles.

Dichos proyectos destacaron por cumplir cabalmente con el objetivo de la exposición de activar preocupaciones tanto en el campo artí­stico como también dentro de otras áreas, funcionando en muchos casos como satélites a la norma estricta del mundo del arte. Enfocándose en la cultura, sea en aspectos polí­ticos, medioambientales, antropológicos, en contextos rurales o en calidad de ONGs, estos proyectos logran mantener cierto nivel de integridad entre temas heterogéneos, proporcionándoles la relevancia que merecen como producción cultural y acción crí­tica.

En el prólogo a su antologí­a “Participation”, la autora Claire Bishop apunta a “la activación, la autorí­a, la comunidad -como las motivaciones que más se citan en casi todos los intentos artí­sticos por fomentar la participación en el arte desde la década de los sesenta” (Bishop 2006, 12). En la actualidad muchos cuestionan la validez de las prácticas artí­sticas que se realizan en un marco participativo. Resulta difí­cil pensar que las posturas que cuestionan términos tan variados y nebulosos como “arte participativo” no se basen en una rí­gida dependencia en el mito arcaico del genio artí­stico individual. Algunas de las tensiones internas de este campo se han transmitido a través del intercambio entre dos estudiosos de la historia del arte Claire Bishop del Reino Unido y el norteamericano Grant Kester, y quizás ayudan a explicar los distintos enfoques reinantes en la exposición AC&I. Instigado por el artí­culo publicado en 2004 en la revista October, “Antagonismo y Estética Relacional”, en el que examina el trabajo de dos artistas inmersos en la Estética Relacional, Rirkrit Tiravanija y Liam Gillick, Bishop critica la “retórica de la democracia y la emancipación” (Bishop 2006, 61) en que se basa el trabajo del artista. Dichas nociones, apunta, han sido utilizadas desde hace mucho como marco conceptual de obras históricas similares como las de Fluxus, Dada, Joseph Beuys, etc. Aunque resultan muy convincentes e informativos los argumentos de Bishop, tienden a fundamentarse en un marco teórico bastante reducido. Al responder a un ensayo posterior de Bishop, Grant Kester afirma que “además de naturalizar la interpretación deconstructiva como la única métrica adecuada para la experiencia estética, este enfoque coloca al artista en una posición de supervisión ética, develando o revelando la contingencia de sistemas de significado que de otra manera aceptarí­a el espectador sin cuestionar” (Kester 2006), mostrando así­ la dimensión ética y participativa de toda producción cultural, tal y como la entiende Humberto Eco en su “obra abierta”.



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