Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam,
27/03/2009 - 30/04/2009
La Habana Vieja, Cuba
10ma Bienal de La Habana
por Pily Estrada and Christian León
Yoan Capote, artista que trabaja con la materialidad y la psicología de los objetos, firmó dos exquisitas piezas de sutiles disonancias entre sí. Open Mind es una maqueta que recrea un laberinto en forma de cerebro por donde pululan una serie de hombrecitos de bronce. Secreto (mente cerrada) consiste en un tubo de vidrio sellado por dos tapones que terminan en forma de oreja hacia el interior. Sólo serían capaces de escucharse la una a la otra, pero paradójicamente no existe espacio para la producción del sonido. María Elvira Escallón presentó la serie fotográfica Cultivos, parte del ambicioso proyecto Estado de coma. A través de intervenciones, fotografías y videos, el proyecto comenta con ternura e ironía la calamitosa situación del Hospital San Juan de Dios de Bogotá. La serie está integrada por varias fotografías fantasmales de una cama impersonal de cuyo colchón y almohada ha brotado césped. Elia Alba, siguiendo con su exploración sobre máscaras impresas, expuso una docena de bustos construidos a partir de fotografías ensambladas y cosidas. La galería de rostros torturados y siniestros toscamente ensamblados generan un efecto de cubismo volumétrico y convexo. Rafael Trelles, en el marco del Laboratorio Artístico de San Agustín (LASA), planteo varias intervenciones del espacio público a partir de fijar en las fachadas la imagen de los habitantes de un barrio habanero con esténcils y chorros de agua. Diferentes reflexiones propone José Emilio Fuentes en Memoria & Memory, que ampliaremos más adelante en el texto.
Mapas y geopolítica
A tono con la convocatoria de la Bienal, las representaciones cartográficas, geográficas y estadísticas que permiten la visualización de los intercambios culturales, económicos y sociales a nivel global estuvieron a la orden del día. En Shores of a River la artista japonesa Satomi Matoba manipula digitalmente fragmentos del mapamundi para crear nuevas vecindades entre ciudades y geografías distantes. En O mundo alinhado los brasileros íngela Detanico y Rafael Lain, intervienen el mapa mundial a través de líneas negras trazadas sobre un LCD, que recuerdan los reglones de un texto o los esquemas de barras. Sutil alusión a las fluctuaciones geopolíticas y económicas que transforman el realismo cartográfico en fluctuaciones gráficas asociadas al poder. Frente a esta operación de pura abstracción, María Victoria Portelles imagina el mapa más perfecto posible. Glosando a Borges y Baudrillard, en su proyecto El mapa sobre el mapa se plantea intervenir calles y avenidas cual si fuesen gigantescos trazos cartográficos a ser rotulados. Dan Halter, por su parte entreteje un mapa de su país, Zimbagüe, con finas cintas sacadas del directorio telefónico.
El nicaragüense Wilbert Carmona tematiza la tecnología de administración y control de la población para cuestionar la reducción de los individuos al código numérico. En Espíritu, instala a la entrada de la sala un mecanismo de tiquetes de turnos. El visitante toma su turno e ingresa una sala en donde se proyecta una página web con cifras en movimiento sobre población, nacimientos, abortos y enfermedades a nivel mundial.
Los cubanos Toirac y Marrero y el estadounidense Mc Alping, en In God We Trust, pintan grandes signos de dólar íntegramente en petróleo en las paredes de una sala, sobre estas han instalado luces blancas de neón con la palabra "dios” en portugués, árabe y hebreo. En el centro una fuente circular llena de petróleo contamina el ambiente de la sala y refleja el brillo de las luces. En esa línea similar de preocupaciones geopolíticas puede situarse las obras de María Teresa Ponce y Fabiano Kueva, Javier Abreu, Irene Dubrosky y Rafael Hierro.
Efecto colateral
Las exposiciones colaterales y proyectos colectivos evidenciaron por contaste las limitaciones de la muestra oficial de la Bienal. Una serie de muestras paralelas exploraron preocupaciones estratégicas en el arte contemporáneo. Propuestas curatoriales de distinta procedencia marcaron diálogos y rupturas con la convocatoria general, generando una refrescante inflexión en programa expositivo. Dos muestras itinerantes alimentaron el tópico de la resistencia cultural. El maíz es nuestra vida realizada por el colectivo mexicano MAMAZ y curada por Marietta Bernstorff, presentó la obra de más de veinte mujeres artistas que trabajan sobre las problemáticas alimentarias, culturales, económicas y políticas vinculadas a la semilla sagrada de los pueblos indígenas. A pesar del nivel disparejo de los trabajos la propuesta curatorial logra construir un dialogo fecundo que potencia los significados de las obras. Latitudes. Tierras del mundo, comisariada por la francesa Régine Cuzin, presentó una consistente muestra de arte contemporáneo de América, ífrica y Oceanía que trabaja sobre problemas interculturales desde un contexto poscolonial.
Dos artistas cubanos rindieron su homenaje a la Bienal con dos muestras directamente relacionadas con la convocatoria. Tales From The New World, curada por Humberto Díaz, juntó artistas cubanos y del Primer Mundo y propuso un recorrido por las nuevas geografías reales, simbólicas e imaginarias que propuestas por la mundialización económica y la globalización cultural. Punto de encuentro, comisariada por Alexis Leyva Machado, alias Kcho, convocó a 17 artistas de distintas países que trabajan sobre los choques e intercambios entre distintas naciones y culturas.
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