Sobre la pared opuesta a la entrada de la galería pende Transatlantic [Transatlántico] (1996-2001), un conjunto de 50 obras sujetas al muro de la galería y que flotan en una formación que semeja la forma de una extensión de terreno insular. Cada página, muchas de las cuales representan estados de Estados Unidos, contiene figuras, flores e imágenes abstractas realizadas en acuarela. Las referencias culturales, europeas, africanas, sudamericanas, se despliegan a través de las páginas y representan un mosaico de culturas, épocas y etnias de esta isla imaginaria. Existe un sentido de memoria e historia que se evoca en los dibujos, por su carácter informal y desprovisto de condicionamientos normativos, en directo contraste con las ultraprecisas interpretaciones de las formaciones montañosas y los límites urbanos que ofrecen los mapas originales. La propia experiencia de Latamie respecto de la transcontinentalidad –nació en Martinica, estudió en París y en la actualidad vive en Nueva York- se destaca con precisión en esta pieza.

En la segunda sala de exposición, La Bandera de los Ahogados (1996) de Capellán ocupa la mitad del piso de la galería. El simbolismo de la obra artística con conciencia social de Capellán durante la última década, por momentos excesivamente enérgico, se encuentra representado aquí por una "bandera" dominicana, compuesta por calzado rescatado en las costas de Republica Dominicana, arena, agua de mar, un farol de aceite y madera. La cruz de la bandera se ha creado mediante la intersección de dos canaletas de madera llenas de agua de mar. En el centro flota una farola consumida. Los cuatro cuadrantes de la bandera se componen de un lecho de arena donde el calzado recuperadoózapatillas, playeras y sandalias de adultos y niñosó está ubicado en dirección opuesta al centro de la bandera. La instalación funciona como monumento conmemorativo para quienes han muerto en el intento de cruzar desde Republica Dominicana a Puerto Rico a través de un paso de 80 millas denominado "Canal de la Mona". En el centro de uno de los cuadrantes se ubica una zapatilla de bebé con un lustroso "Winnie Pooh" que sonríe al observador óuna yuxtaposición directa y escalofriante de inocencia y juventud con la áspera realidad del peligro y la muerte.

La segunda pieza de Capellán que integra la exposición es Mar Caribe (1996). Al observarla desde cierta distancia, la obra semeja un diseño circular aparentemente inocuo (símbolo de persistencia cíclica, eternidad, constancia) de playeras en diversos matices de azul y verde que aluden a la esencia del mar Caribe. Cuando el espectador se acerca al hipnótico diseño, su sensación inicial de seguridad es reemplazada por incomodidad e inquietud: las sandalias que crean el diseño ondulante representativo de aguas en calma han sido manipuladas por el artistaólas blandas tiras plásticas de las playeras se han reemplazado por afilado alambre de púa. Una obra muy similar (en lugar de formar un círculo, las sandalias están dispuestas en forma de rectángulo) se expuso en la muestra Island Nations de RISD unos meses antes, hecho que redujo el atractivo de esta versión más pequeña. Hubiera sido más acertado elegir otra obra del artista, dado el reducido tamaño del evento y esta obvia superposición entre las dos instituciones.

Una de las obras más fascinantes de la muestra es Ajoupa (2004) de Latamie. Denominada en referencia a una aldea donde se cultiva caña de azúcar y se destila ron al norte de Martinica, esta estructura que semeja una estrecha vivienda de madera de un ambiente ofrece un muestrario de diversas especias y hierbas naturales oriundas del país de origen de Latamie. Al ingresar en la casa se observan pequeños recipientes metálicos cubiertos con una fina malla de alambre delicadamente dispuestos sobre estantes que se encuentran en los extremos de las dos paredes laterales. En cada rincón de la casa cuelgan ramas de canela, vainas de vainilla y otras cautivantes especias. El reducido espacio y los pequeños platos estimulan el acercamiento del visitante a las especias ócuando alguien se inclina para percibir la fragancia del innominado polvo oscuro, el aroma del cacao y la madera inmediatamente convocan los recuerdos personales. La pureza del aroma puede incluso resultar ajeno para aquellos cuyo único contacto haya sido con versiones procesadas de estos ingredientes básicos. La obra es al mismo tiempo universal y local ya que, en tanto cada visitante de Ajoupa conjura sus propios recuerdos, también toma en cuenta los recuerdos del artista que llevaron a la creación de una obra semejante. Si bien se trata de una construcción sencilla, la obra en su conjunto es a la vez bella y poderosa en su capacidad para concitar el recuerdo y la emoción. Los polvos oscuros sazonan las partículas dispuestas sobre sencillos exhibidores como especimenes en este taller de aprendiz de alquimista y funcionan como proyecto narrativo notablemente potente.