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Coyolxauqui Dish Antena by Einar and Jamex       De La Torre
Coyolxauqui Dish Antena

Fly Boy’s Flota, Aliens by Einar and Jamex       De La Torre
Fly Boy’s Flota, Aliens

Bean Pot by Einar and Jamex       De La Torre
Bean Pot

Ai no Muchi by Einar and Jamex       De La Torre
Ai no Muchi




Ai no Muchi by Einar and Jamex       De La Torre

Museo de las Artes, Universidad de Guadalajara,
31/01/2002 - 31/03/2002
Guadalajara, Jalisco, Mexico

¿Disolución estética? El singular caso del "Dúo Somos Uno" en el que la suma de dos cerebros pensantes es mayor a un corazón sangrante
por Felipe Ehrenberg

Recapitulemos, si Ud. insiste señor juez. Nos quedamos en que hoy día las cosas ya no son tan sencillas. No señor, llevamos rato, usted y yo y todos los que estamos en esta corte, plenamente instalados en la Era Híbrida. Estamos conduciendo este juicio de acuerdo a Derecho Romano siguiendo el modelo de la Ley Común anglosajona; mi computadora me habla en español, inglés y portugués a la vez; los comportamientos sociales son un licuado de ritos en el que santaclós puede vestir tanga, sarong o kimono; comemos sushi de acosiles con alcaparras y chimichurri y casi nada de lo que brilla es oro. Para darle otro ejemplo: el arte y sus conceptos.

Cayó el principal, señor juez, que pregonaba que "el Arte es Único y Universal." Cuente los años que han pasado desde que los artistas se la rayaron al Modernismo y derrumbaron los bastiones del Arte Culto (high art), en tiempos del Café Voltaire y en los de la Xalapa de List Arzubide y los Estridentistas. ¡Y cómo respingó la reacción! ¿Habrá quien recuerde a Clement Greenberg y el engreído texto que publicó, allá por el í39, bajo el título de Avante-gard and kitsch)(1). ¿Se recordará su indignación al afirmar que el jazz, la publicidad, el diseño comercial (hoy se llama diseño gráfico), las películas de Hollywood y toda y cualquier expresión del gusto de las mayorías, no eran mas que fórmulas para "experiencias precarias" y "sensaciones falsas"? Pero no falta quien siga insista en lo mismo, caray. Damas y caballeros del jurado, tomen en cuenta las evidencias.

Es el principio de los años sesenta, en Plena Guerra Fría. En ambos lados del Atlántico los críticos habían secuestrado el Modernismo para entronizar a su vanguardia, léase comercializar a pedantes insufribles (ah, pero cómo cotizaban). Hastiado por la situación, Richard Hamilton alzó ante el establishment el puño inverso con el dedo central bien paradito y expuso un modesto collage que reflejó el sentir de los artistas de Occidente. Sin querer queriendo, el gesto nos condujo hasta el Pop. Cumplidos veinticinco años y con Wárholes, Lichtensteines, Wesselmanes, Hockneys, etc. de por medio, el movimiento había mutado para ser llamada Camp(2). Eso, y la etapa conceptual en la que se sumergió el arte en casi todo el mundo, trastornaron cualquier noción que quedaba en torno a lo que es "culto" y lo que es "popular." Hoy las artes ya no se llaman plásticas sino visuales y se nos hace risible cualquier intento por aplicar aquellos criterios para distinguir "lo bueno" de "lo malo" (puesto en manos del público decidir qué paradigmas prefiere, el asunto se torna en problema para expertos que quisieran mantener el monopolio del gusto).



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