Wí¼rttembergischer Kunstverein,
30/05/2009 - 02/07/2009
Stuttgart, Germany
Prí¡cticas Subversivas
por Sol Henaro
La neutralización está atenta para operar inmediatamente, como un anticuerpo instantáneo, ahí donde aparezca un foco de inquietud, el síntoma de un espíritu subversivo, apenas un movimiento de repulsa. (1) - M. Traba, 1972 Fue principalmente a partir de los noventa cuando el cauce global del arte contemporáneo confirió especial relevancia al mercado del arte y por lo que innumerables producciones despolitizadas poblaron galerías, museos, bienales y otros engranajes aceitados del sistema artístico. Esto habla de forma general de los intereses y posturas de una generación artística que -en gran parte- pondera al arte como un satélite independiente donde las realidades locales e internacionales quedan muchas veces al margen de las producciones y donde resultan comunes los señalamientos a problemáticas endogámicas al sistema artístico. Pocas son las apuestas que abordan fibras críticas de las realidades plurales que nos afectan y son aún menos los ejercicios curatoriales que revisan-activan producciones anteriores para encontrar-señalar en ellas y con ellas, nudos turbios de nuestro pasado inmediato. ¿Qué dio lugar a las producciones radicales que caracterizaron las décadas de los sesenta y setenta en diversos puntos geográficos? ¿Por qué los artistas estaban comúnmente más vinculados con los acontecimientos socio-políticos que les afectaban directamente? Parecería que en las décadas anteriores había motivos más extremos por los cuales reaccionar, que se debatía con mayor fuerza las decepciones de la modernidad y que pese a cualquier realidad de opresión que se viviera, había que partir de la propia disciplina o medio de producción "en este caso la producción artística- para manifestar la disidencia, la frustración, el rechazo, la desesperación… defender el territorio artístico como un resquicio de libertad. Nuestros tiempos "los de las generaciones posteriores- tampoco han resultado ser la panacea: los atropellos a la dignidad humana han cambiado de cara y nombre pero siguen manifestándose no con menor violencia. Los conflictos mudaron o se expandieron en territorios, el maltrato subrepticio ha alcanzado niveles más sutiles (o descarados) y sin embargo, la producción artística en su mayoría, se ha instalado cada vez más en la neutralización e indiferencia, en el oropel de la bonanza del arte contemporáneo y la ficción jabonosa del mercado del arte. ¿Será el desencanto que vaticinaban a nuestra generación durante los años noventa? ¿Será que se considera sin sentido o causa perdida el manifestar una postura más allá del entorno de afectos inmediatos o será que ni siquiera entra en el margen de las preocupaciones de la mayoría? Por fortuna son numerosas las excepciones de productores de conocimiento que procuran su medio profesional como un acto colectivo de reflexión que disiente de la docilidad y aparente comodidad del sistema artístico/extra artístico y que apuestan por el ejercicio de la micropolítica; basta pensar en la exposición Prácticas Subversivas, arte bajo condiciones de represión política. La exposición surgió luego de una reunión de Vivid Radical Memory (2) (VRM), una interesante iniciativa que juntó a una serie de investigadores e instituciones «comprometidas con el ámbito geopolítico» (3) (Mercader, 2007) para trabajar a manera de red en la recuperación, estudio y difusión de materiales heterogéneos sobre prácticas conceptuales de carácter abiertamente sociopolítico de la década de los sesenta, setenta y ochenta tanto de Sudamérica como de Europa del Este y del Sur. Con el apoyo de la Universidad de Barcelona, la Wí¼rttembergischer Kunstverein de Stuttgart (quienes idearon y albergaron la exposición), el Centro C3 de Budapest y Arteleku de San Sebastián, llevaron a cabo encuentros para abordar colectivamente las problemáticas sociopolíticas que tuvieron lugar durante esas dí
|