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Crónica de una guerra civil inscrita en la piel de la ciudad
Marcelo Expósito




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La 'estabilidad económica' y el 'desarrollo democrático' en los que una máquina depredadora como el BBVA deposita su confianza significan: sometimiento de la soberanía popular al poder económico bancario y financiero por mediación de sistemas de gobierno estructuralmente pusilánimes o corruptos, en países con una fuerza de trabajo disciplinada en un mercado laboral desrregulado con tendencia al neoesclavismo. Las reformas estructurales que los poderes económicos están imponiendo para salir de la 'crisis' van unidas al fomento de la guerra civil entre las capas medias y bajas de la sociedad. Uno de los virtuosismos más notables que el Movimiento 15M tendrá que aprender, es seguir siendo pacifistas en mitad de esa guerra. Pero nuestro pacifismo necesita ser cada vez más ofensivo: el miedo, la angustia, la ansiedad, las pasiones tristes de la crisis tienen que cambiar de lado. No es la privacidad de Josefa, no es su precariedad la que tiene que verse sobreexpuesta a la luz pública, sino las interioridades de entidades y sujetos criminales como Francisco González. He removido Google tratando de encontrar la información de cuál ha sido el referéndum o las elecciones generales o de cualquier otro tipo de donde proviene la legitimidad de un banquero que sojuzga la soberanía popular condicionando las políticas de gobiernos que están tendidos a sus pies. No he encontrado ese dato por ningún lado. Tenemos que contrarrestar la prepotencia de esos poderes aniquiladores que están fuera de todo control democrático.

Regreso a casa. El barrio sigue tranquilo, la gente camina despacio adormecida por el calor. Pareciera que la tranquilidad de esta temprana mañana y del mediodía de ahora son la norma donde se ha abierto el paréntesis de una acción en la que acabo de participar. Pienso cuán engañosas resultan las apariencias: lo que hemos vivido en la calle Primavera es la regla y no la excepción de una guerra sistémica que ocasionalmente aflora como un sarpullido en la piel de la ciudad.

Decido continuar la acción de manera simbólica por mi cuenta. Quiero apuntar una línea de fuga para la desobediencia, hacer un señalamiento. A la tarde me dirijo al centro de Sevilla, buscando la sede central del BBVA. En el camino fotografío un anuncio: "Se venden pisos de banco provenientes de embargos. Se concede hipoteca al 100%". Existe un sector del mercado inmobiliario dependiente de los desahucios por impago de hipotecas. Las familias endeudadas que no pueden afrontar los plazos mensuales son privadas de su vivienda y aun así se ven exigidas a pagar deudas astronómicas durante el resto de sus vidas. Las viviendas son adjudicadas a las entidades bancarias por valores muy inferiores a su precio real en el mercado, y estos las ponen otra vez en venta por cifras superiores. A las siguientes familias que las adquieren, el mismo banco les ofrece la oportunidad de disfrutar de... un préstamo por hipoteca.

Me aproximo al edificio del BBVA. Observo la soberbia de su arquitectura, la estupidez de sus columnas que significan un poder clásico, que aparenta decir: estoy aquí desde siempre y para siempre, soy una cultura por encima de política y de la historia. También en la piel de ese edificio existen inscripciones: las siglas de la entidad en aluminio, corpulentas, rodeadas de un halo de luz. Dos grandes pantallas de plasma flanquean este logotipo, y bajo las columnas emiten representaciones de la idealidad social ('estabilidad económica y desarrollo democrático') que conforma el imaginario de un banco: jóvenes emprendedores urbanitas y familias rubias de tez muy blanca. Algo falta en esta imagen.

Tomo algunas fotografías. Haré el trabajo de montaje que la prensa y la televisión no han hecho. Sin humanismos, con sequedad, las quiero hacer mirar más tarde confrontadas a los bloques de viviendas sociales de clase trabajadora sometidos a especulación inmobiliaria. A la crónica de una guerra civil escrita a mano sobre una vivienda de la calle Primavera. A los rostros y las expresiones de quienes soy hermano desde esta mañana.

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