De julio a septiembre, en la ciudad de Belo Horizonte, en el estado mediterráneo de Minas Gerais, en el Brasil, florecen los ipês. Las delicadas flores blancas, amarillas o purpúreas de esos árboles iluminan el blando invierno de los trópicos. En agosto de 2003, Cinthia y Marilá ó las artistas visuales Cinthia Marcelle y Marilá Dardot ó salieron por las calles de la ciudad colocando flores de papel crepé en el suelo, bajo los ipês floridos.

La intervención fue registrada en un impreso donde también eran dadas las instrucciones para hacer las flores y rehacer la acción.

Elegir su par.
Compartir la hechura de las flores.

Pasear por la ciudad,
encontrar los árboles.

En los amarillos dejar
flores purpúreas.
En los purpúreos, amarillas.

El nombre del trabajo ó Irmãs (Hermanas) ó, y los materiales ó ipês, papel crepé, mochilas y camisetas, ó denotan el carácter afectivo de la obra. Lo que vemos en las pocas páginas del pequeño libro son los registros de la acción. Cinthia y Marilá vestidas con idénticos jeans, idénticas camisetas e idénticas mochilas transparentes, paseando por la ciudad. La camiseta de Marilá es púrpura y su mochila lleva flores amarillas, al contrario Cinthia viste una camisa amarilla y lleva flores púrpuras.

El transeúnte se depara, inesperadamente, con las flores purpúreas bajo el árbol amarillo. En el ajetreo del tarde, el conductor observa, sobre el piso cubierto de flores amarillas, un árbol purpúreo. Al cabo de pocos días, el viento dispersará las flores y las últimas lluvias del invierno disolverán sus colores. En la memoria de los que las vieron restará apenas el recuerdo fugaz de aquella aparición.

El trabajo de Cinthia y Marilá consigue crear, en los intersticios de una ciudad cada vez más violenta y deshumana, espacios liberados, lugares de extrañamiento en los cuales la percepción es cuestionada. La flor artificial se coloca en el lugar donde debería estar una flor natural, pero la inversión de los colores propone, al mirar y al caminar, un otro ritmo. Un ritmo que perturba la organización rutinaria del cotidiano. Un ritmo que, talvez, pueda inventar relaciones de proximidad diferentes de aquellas a las cuales parecemos estar condenados.

IV. Utopías de Aproximación

En los últimos años del siglo XX parecía haberse decretado el final de las utopías, se examinó mucho el concepto, se crearon otros como heterotopia y distopia. En 2001, cuando la discusión parecía agotada, Nicolás Bourriaud lanza el concepto de "utopías de aproximación", aludiendo con él a las prácticas artísticas que se extienden en el vasto territorio de las experiencias sociales. Las "utopías de aproximación", al pretender actuar sobre un mundo regulado por la división del trabajo, la ultra-especialización y el aislamiento individual, generarían nuevas percepciones y nuevas relaciones de afecto. (8)

Para el escritor francés, el arte contemporáneo se propone desarrollar un proyecto político a través de los esfuerzos realizados para investigar y problematizar la esfera relacional. De esa manera, la exposición generaría un territorio de intercambios específico pues sería el lugar privilegiado donde irían a instalarse ciertas colectividades instantáneas, regidas por principios diversos, de acuerdo con el grado de participación del espectador exigido por el artista, la naturaleza de las obras, los modelos de sociabilidad propuestos o representados. (9)