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Prácticas Curatoriales
Entrevista con Diana C. du Pont, Curadora, Museo de arte de Santa Barbara, EEUU
Bill Kelley Jr.




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BK: El Museo de arte de Santa Barbara adquirió recientemente el mural de Siqueiros, Retrato actual de México. Siqueiros pintó esta obra en casa del realizador cinematográfico Dudley Murphy mientras residía en Los Ángeles como refugiado político en 1932. Este mural es uno de los tres que pintó durante ese período y el único que ha sobrevivido intacto. ¿Cuál es la importancia que tiene para el Museo adquirir esta obra, especialmente si se tiene en cuenta que Santa Barbara, para no mencionar el sur de California, posee una larga tradición en el campo de la pintura mural?

DD: Siempre fue importante para el Museo, pero es agradable, retrospectivamente, saber que los miembros de la comunidad lo consideran un hito para el Museo y para Santa Barbara. El mural está colocado frente a la entrada de nuestro Museo, en una calle con abundante circulación de peatones para que todos puedan verlo. Es muy gratificante ver personas que aprecian el mural, leen el texto y comprenden la importancia de traer esta obra maestra del arte desde una casa particular a un espacio público. Es un servicio a la comunidad y considero que eso es lo que Siqueiros hubiera querido.

BK: ¿Cuál fue la motivación inicial para adquirir la obra y, posteriormente, cuál fue el primer paso que se llevó a cabo para concretarla? Con seguridad se trató de una tarea hercúlea, considerando que estaba instalada en el patio de una casa particular.

DD: El proyecto se llevó a cabo en varias etapas a lo largo de cinco años. Realizamos una exposición llamada Point/Counterpoint: Two views of Twentieth-Century Latin American Art [Contrapunto: Dos panoramas del arte latinoamericano del siglo XX] (1996), luego presentamos las obras de María Izquierdo de The Americas Society, y a su término la exposición de Siqueiros del MUNAL, que organizaron Olivier Debroise y James Oles. ¡Fue un evento absolutamente fantástico! En ese momento, el publico comenzó a pensar: "Muy bien, parece que tienen algún interés en este campo".

El primer contacto tuvo lugar con una persona que nos invitó a ver el mural. En ese momento, estábamos trabajando en la adquisición de una de las principales pinturas de Torres-García (Composición, 1932) y luego de darle curso satisfactoriamente, decidimos concentrarnos en el mural. Cuando fui a verlo por primera vez, percibí instantáneamente que se trataba de una obra de inmenso valor y que era necesario analizar qué podríamos hacer para traerlo a Santa Barbara, si existía la posibilidad.

El paso siguiente consistió en lograr que Robert Frankel, el director del Museo en ese momento, fuera a verlo; así lo hizo y su aprecio fue también instantáneo. Para un curador, es la situación ideal porque necesitas esa energía colectiva para sustentar la totalidad del proceso, ya que demandó mucho trabajo concretar este proyecto. Como suele decirse, "Es 1% de inspiración y 99% de transpiración". Luego comenzamos un estudio de viabilidad que abarcó casi un año y reunió a un grupo de conservadores de nivel mundial a quienes no se les impuso restricción alguna para diseñar la mejor manera posible de transportar la obra. Queríamos tener en cuenta todas las opciones y todos los posibles efectos. Este mural era especialmente delicado porque, a diferencia de un fresco tradicional donde la pintura se aplica sobre el yeso húmedo y ambos materiales se combinan y secan al mismo tiempo, está pintado sobre cemento; esto significa que el pigmento se encuentra en la superficie y, por lo tanto, es mucho más vulnerable. Por fin, se llegó a la conclusión de que era mejor trasladarlo intacto y ello significaba trasladar toda la construcción donde se encontraba el mural. Una vez que determinamos este curso de acción, aparecieron dos ángeles y dijeron que pagarían la totalidad del proyecto de conservación y luego los dueños del mural, al comprender el enorme compromiso que asumíamos, donaron la obra al Museo. Fue una alianza perfecta entre donante y museo. En ese momento solicitamos ayuda a la ciudad y al condado de Santa Barbara, y abordamos un exhaustivo proceso de revisión para determinar el posible impacto para la ciudad, debido a que estamos en un distrito histórico y el mural se colocaría en el frente de nuestro Museo, donde los habitantes pudieran verlo. Durante este larguísimo proceso contamos con el apoyo de la comunidad y fue importante disponer de los fondos necesarios para llevar a cabo la tarea desde el principio al fin con el mismo nivel de calidad.

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