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Jhafis Quintero








transcripción de la entrevista

Fecha de la entrevista: 17/07/2008
Lugar: Costa Rica
Tema: Entrevista con Jhafis Quintero
Entrevistador: Virginia Pérez-Ratton

LatinArt:  Jhafis y yo nos pusimos de acuerdo para hacer esta entrevista por correo electrónico, y desde el mes de mayo iniciamos algunos intercambios que recogemos en esta versión trabajada entre los dos.

¿Que es el arte para vos?

Jhafis Quintero:  El arte es organizar estéticamente un pensamiento para transmitir ideas, inquietudes, para re-significar. Es el sustituto perfecto para el crimen, porque me permite estetizar la trasgresión, que forma parte de mi naturaleza. Finalmente puedo ordenar de otra manera mis ideas e instintos.

LatinArt:  En algún momento he comentado que el arte es una forma sublimada de delincuencia, entonces, veo que pensamos parecido...

Jhafis Quintero:  El arte y el crimen son más cercanos de lo que se cree. Ambos tienen origen en el apetito de trasgresión... conozco muchos artistas que podrí­an ser fácilmente criminales y conozco muchos criminales que podrí­an ser artistas. Una de las cosas de las que más me valgo a la hora de desarrollar un proyecto es mi experiencia en disciplinas anteriores - lo que antes llamaba complicidad ahora lo nombro "colaboración".

LatinArt:  ¿No te parece que la trasgresión también tiene sus trampas? La fascinación que puede ejercer la trasgresión, no solo a nivel artí­stico, puede incidir en la interpretación o en el acercamiento a una obra o a un hecho... y desviar su sentido real ¿qué crees vos?

Jhafis Quintero:  De alguna manera la trasgresión es asumida por la institución del arte, que absorbe y banaliza tanto lo que quieres decir como tu propia naturaleza; luego esta misma institución la transforma y te transforma en un objeto de consumo. También existe la posibilidad de que podrí­as estar cumpliendo con los estereotipos de trasgresión de otras personas, y prostituirte prostituyendo la trasgresión. La utopí­a es ser realmente un trasgresor en estado natural. Desde que alguien consagra la trasgresión, esta deja de existir como tal.

LatinArt:  ¿Qué es la literatura para vos?

Jhafis Quintero:  Otra herramienta del arte. Es algo que ha aparecido en el proceso de maduración como artista, después de mucha investigación empí­rica un buen dí­a me tropecé con la literatura, libros que me llevaba a prisión mi amigo y psicoanalista Alexis Vindas, desde filosofí­a existencial hasta periódicos universitarios. En prisión se tiene mucho tiempo para leer y es un método efectivo para escaparse del tedio, de la pesadez del tiempo ahí­ dentro... es utilizar la imaginación de otra persona como una herramienta de escape. Después de salir libre, comencé a desarrollar un gusto por la literatura, por la buena literatura, y ahora sé qué obras me estimulan más. Al salir tuve un hijo con una escritora y actualmente tengo una relación con una mujer que también se dedica a las letras; así­ que inevitablemente la literatura forma parte de mi vida de muchas formas. Trabajar en una fundación de arte contemporáneo, especí­ficamente en la biblioteca de TEOR/éTica, me permite acceder diariamente mucha información literaria. Me gusta la gente que utiliza la ironí­a fina, el humor inteligente.

LatinArt:  Cuando hablas de "tropezarte" con la literatura, ¿fue con la literatura en sí­ o simplemente con la lectura como tal? ¿Qué llamas "mucha investigación empí­rica"? Cuando te das cuenta que podés usar el lenguaje literario ¿no es eso sí­ntoma de un cambio desde la lectura en términos generales hacia una selectividad mayor de obras literarias especí­ficas?

Jhafis Quintero:  La lectura me ha acompañado toda la vida, y me ha dado recursos para ahora poder escribir. Sigo intentando enterarme cómo y cuándo ocurrió esto, cuándo empecé a usar el lenguaje literario en mi obra. Hay mucho de mi personalidad que aún no controlo. Si esto es sí­ntoma de algo, es la búsqueda constante de conocimiento, venga dosificado en columnas de periódicos amarillistas o en obras selectas de la cultura. Mi "investigación empí­rica", como la llamo, es la experiencia acumulada sin manuales, para sobrevivir en la casa, el barrio, la calle, la prisión, los desplazamientos, mis estudios, mi trabajo, en todos los diversos ecosistemas en los que me muevo. Creo que tengo una naturaleza camaleónica que me permite desplazarme entre las diferentes realidades, hoy dí­a he acuñado conocimiento y experiencia que me permiten relatar mi pasado con mucho más tino, incluso hasta inventármelo.

Después descubrí­ que yo podí­a utilizar el lenguaje literario para transmitir mi propia experiencia. Lo que busco con la literatura es desmitificar la imagen del preso, no es un monstruo, es alguien que también tiene humor, se rí­e, que son valiosas sus historias de vida sin tener que alimentar el morbo que la gente espera. En este momento me encuentro experimentando con historias cortas de personajes que existen dentro de la cárcel que se publican en la Revista Soho, la versión para Costa Rica. Tienen una gran base en la realidad, pero están matizadas con humor, que me parece que es una de las cosas más importantes para mí­, en cualquier tipo de proyectos que realice. Es parte de la cultura de los panameños que se rí­en hasta en los sepelios. Aprovechando también la experiencia que me dio ser mesero, podrí­a decir que el humor en cualquier disciplina es como el digestivo después de un buen plato. He tenido experiencias con proyectos de libros, como el proyecto in dubia tempora en conjunto con Marí­a Montero y José Dí­az. Máximas de seguridad, del 2007, está articulada entre literatura e ilustración, pues es básicamente un manual de cómo sobrevivir en caso de estar en prisión.

LatinArt:  Parece entonces que tu trabajo une lo visual y lo escrito casi de forma orgánica.

Jhafis Quintero:  Uno nutre al otro y así­ el resultado es un trabajo completo. En algunos casos las palabras subrayan las imágenes o viceversa. Uno de los artistas que más me ha influenciado ha sido Héctor Burke, porque conjuga, combina, entrelaza las palabras y las imágenes como parte de un todo. Marí­a Montero también, porque es una escritora que no solamente se queda en las letras, sino que también visita otras formas de arte, como en el proyecto colaborativo que mencioné antes. Allí­ empecé a establecer relaciones entre texto e imagen. Así­ como Sila Chanto, es una artista que experimenta en los bordes de distintas disciplinas, y siempre está mezclando, investigando diferentes formas de crear. También siento cercana la figura de Rolando Castellón y sus libritos, los que él escribe, edita y encuaderna...como un modelo de gestor y artista multimedia.

LatinArt:  Y aparte de la influencia de estos artistas, ¿cuáles son tus lecturas actuales? ¿Te han marcado algunos autores?

Jhafis Quintero:  Mis lecturas oscilan entre la columna de "Sentimientos en conflicto" del Doctor Corazón en un periódico amarillista costarricense y autores como Mario Lobo Antunes, por el humor, y la forma cí­nica con la que construye por ejemplo sus "Sonetos a Cristo". Horacio Castellanos por su decidida provocación y Luis Rogelio Nogera (o Noguera) por lo brutal de su poesí­a, y así­ otros muchos autores que me nutren y me confirman a mí­ mismo que no somos un producto determinado por las circunstancias, sino que cada segundo colaboramos en construirlas.

LatinArt:  ¿Recordás cómo o cuándo fue tu primer acercamiento consciente al arte?

Jhafis Quintero:  Como la mayorí­a de los niños, siempre rayé las paredes de mi casa. Desde que tengo uso de razón, he tenido la necesidad de comunicarme, y en mi adolescencia en Panamá empecé a tener la necesidad incontrolable de externar o de comunicar lo que tení­a entre pecho y espalda, y me seducí­a el poder de las imágenes en el cine, la literatura, la plástica... Una vez que entré por méritos propios a la prisión, el tiempo que tuve, lo invertí­ en la introspección al tener tanto tiempo para mí­ mismo. Fui buscando formas, maneras de crear y las inquietudes que ya vení­an en mi paquete natural se potenciaron. En ese momento yo tení­a como 19 años, y coincidió con la llegada de una mujer pequeña de origen japonés y nacionalidad argentina, Haru Wells, quien llevaba un proyecto de arte no formal a una de las prisiones más grandes y peligrosas de Costa Rica, donde casualmente yo me encontraba hospedado. El grupo del que formé parte en aquel entonces se llamó Al margen.

LatinArt:  ¿Cómo te decidiste a participar en ese taller? ¿Lo veí­as como una posibilidad de cambio, de entretenimiento, o de aprendizaje... o desde una conciencia de ser artista? ¿Qué te motivó a inscribirte en un taller de arte y no en otra cosa, algún deporte, por ejemplo?

Jhafis Quintero:  Primero me llevó ahí­ la curiosidad y luego la sensación de mantenerme vivo que me daba el arte. En otras palabras, cuando estás en prisión, estás contenido, hay un extrañamiento de las emociones que te llevaron hasta ese lugar... y de pronto descubres que el arte, eso que te causaba curiosidad te da exactamente las mismas emociones y sin costos adicionales.

En cuanto a pensarme como artista, todaví­a no me creo el cuento de que lo soy, porque la palabra me suena preñada de pretensiones. Creo que es un tí­tulo que de alguna manera se ha prostituido por la facilidad con que la gente se adorna con él. Un artista es para mí­ la persona que sustenta un trabajo con una labor de investigación que nunca más termina. Tampoco creo en la redención. Creo que sigo siendo el mismo de siempre, pero con otras herramientas.

LatinArt:  La definición de artista como alguien que sustenta un trabajo con una investigación que no termina puede aplicarse a otras disciplinas... no solo al arte... ¿no?

Jhafis Quintero:  Por supuesto que creo que detrás de todo proyecto serio hay una investigación, aunque parezca banal desde otras disciplinas... implica una delimitación del campo de estudio, un ejercicio de hacerse preguntas puntuales y una búsqueda quizá infinita de posibles respuestas.

LatinArt:  ¿Qué influencia puede tener el confinamiento forzado en la obra artí­stica?

Jhafis Quintero:  El confinamiento te permite ver desde otro sitio, las dinámicas sociales que se imponen sutil o brutalmente a las masas. Aparte de preocuparme por sobrevivir, tení­a todo el tiempo del mundo para mirarme el ombligo, para concentrarme en lo que fuera, y me concentré en esto que llaman arte. Creo que la distancia que se genera desde el confinamiento forzado hacia el afuera permite que observes cosas que podrí­a pasar uno por alto cuando se está inmerso en el afuera.

LatinArt:  ¿Cómo se percibe esta experiencia en tu obra artí­stica?

Jhafis Quintero:  Permea todo mi trabajo.

LatinArt:  ¿Qué diferencia verí­as con el confinamiento voluntario, o sea un aislamiento en un taller por ejemplo o en un espacio de trabajo?

Jhafis Quintero:  La palabra libertad, dice alguien por ahí­, está tachada mucho antes de escribirse. La diferencia es que cuando estás trabajando desde la prisión "la cosa" tiene eso de todo o nada de supervivencia, no hay opción ni términos medios. El afuera esta lleno de matices en los que se puede habitar.

LatinArt:  Pero también, como dice Luis Camnitzer, todo podrí­a ser una prisión -en el fondo la cárcel la llevamos como "un traje"... Cuando te conocí­, en 1996, estabas sobre todo haciendo pintura, con una temática centrada alrededor del cuerpo, alterado como reflejo de una experiencia traumática... ¿Cómo han sido
los cambios que surgieron luego y como ves ese trabajo inicial ahora?

Jhafis Quintero:  Posiblemente llegué al arte desde la pintura, quizá por que estaba en un sitio con muchas restricciones por ese asunto de los materiales peligrosos, como para estimular el desarrollo de otras disciplinas. La relación directa entre mano, pincel y soporte sin la mediación de la tecnologí­a moderna, hizo inevitable la auto-referencialidad. No abandoné el tema del cuerpo, ni mi obra es menos auto-referencial ahora, pero no es ni biográfica, ni intimista como pudo haberlo sido. Creo que el cambio que surge después de ese trabajo inicial, tiene que ver con la distancia que establezco con mi objeto de estudio. Ya no soy yo en una condición de encierro, sino que cada vez incorporo más las miradas de otros, sus experiencias. Incluso en los trabajos que estoy preparando, el asunto gira en torno al sistema judicial mismo, y creo que ahí­ el arte sirve como una forma de transformar las estructuras institucionales, colándose como un caballo de Troya estético, para generar cambios desde adentro. El arte que genera o promueve cosas, el arte utilitario, es el que me interesa a mí­. Ahora veo esos cambios como parte de mi propia evolución... finalmente el arte también me sirve como un autodiagnóstico.




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