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artista presente
Teddy Cruz








transcripción de la entrevista

Fecha de la entrevista: 19/11/2009
Lugar: E.U.A.
Tema: Entrevista a Teddy Cruz
Entrevistador: Caleb Waldorf

LatinArt:  Teddy Cruz, arquitecto y activista, ha trabajado a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos durante la última década. Cruzando entre Tijuana y San Diego ha observado las estructuras sociales y los asentamientos urbanos de ambos lugares. Ha desarrollado una práctica arquitectónica arraigada en las realidades de los asentamientos informales y los suburbios de inmigrantes. Al mismo tiempo se ha involucrado con las necesidades - e innovaciones - de los residentes y con las exigencias de la burocracia local. Cruz mantuvo un diálogo con Triple Canopy durante el transcurso de los últimos seis meses.

LatinArt Has estado trabajando en arquitectura informal y urbanismo en ambos lados de la frontera durante muchos años. ¿Cómo ha cambiado tu práctica - o su relevancia - a partir del colapso económico?

Teddy Cruz:  Siempre he trabajado en el contexto de crisis. Durante las últimas décadas, las manifestaciones fí­sicas del capital - rascacielos corporativos y condominios de lujo - se han convertido en la vanguardia de la arquitectura (aunque el llamarles ‘laboratorios’ les otorga demasiada credibilidad; mejor llamarles emplazamientos de poder que se han convertido en parques recreativos para arquitectos). Fue triste observar esto. Muchos de los manifiestos que me inspiraron cuando estaba en la escuela a principios de los ochenta acabaron por trivializarse en este contexto. Pero ahora los arquitectos están cambiando de enfoque, de esos sitios de abundancia a sitios de escasez.

Llevo años intentando explicar esto: en realidad, es en los barrios más desamparados, despojados y subrepresentados que han comenzado a surgir algunos de los programas sociales y polí­ticos más interesantes, puesto que nos hemos enfocado en Shanghái y Dubái, creando una obsesión con estos lugares por su capacidad de producir y mantener arquitectos. Los proyectos más ingeniosos, progresistas y experimentales no se han dado en China o en los Emiratos (en donde, tan frecuentemente, la arquitectura es tratada como un objeto o un í­cono) sino dentro del contexto de infraestructura, en América Latina. Arquitectos y polí­ticos como Jaime Lerner en Curitiba, Brasil, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa en Bogotá, y Sergio Fajardo en Medellí­n, Colombia, están replanteando el significado de la infraestructura a muchos niveles: sugiriendo como negociar una nueva relación entre las dinámicas de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba; combinando la industria de arriba hacia abajo y el poder económico con redes sociales de abajo hacia arriba y activismo. La idea es que la pedagogí­a urbana pueda generar un nuevo tipo y escala - y plantear un tipo de consciencia muy diferente - de infraestructura y transporte.

LatinArt:  ¿De qué maneras este tipo de pedagogí­a se manifiesta en los “sitios de escasez”que mencionas? ¿Cómo afecta lo que se construye?

Teddy Cruz:  Fajardo, el alcalde de Medellí­n, reinventó ciertos espacios públicos al visionarlos no solamente como jardines adornados en las áreas sobrantes entre iconos arquitecturales, sino como hí­bridos de conocimiento y recreación. Pensó que los espacios públicos se podí­an combinar con el conocimiento, así­ que inventó los parques-biblioteca. Para él, el sitio de intervención no era el centro de la ciudad --eso hubiera sido el entorno más obvio, y hubiera apoyado a las viejas recetas económicas de toda la vida- sino más bien las favelas, en las cuales Fajardo construyó muchos de estos parques-biblioteca. Mockus, el alcalde de Bogotá, institucionalizó un tipo de interfase muy particular, recurriendo a la cultura pública como fundamento de la urbanización. Resulta difí­cil crear transformaciones urbanas significativas sin transformar la imagen pública de la ciudad. La pedagogí­a urbana de Mockus elevó la conciencia y participación cí­vica que forjaron el camino para Peñalosa, el alcalde posterior, para crear uno de los sistemas de transporte más progresistas del mundo, que combina la infraestructura peatonal, ciclista y de autobuses, con bibliotecas y espacios públicos.

Ahora todo mundo busca entender estos proyectos que se han estado llevando a cabo en América Latina. Ninguno requiere de mucho dinero, pero sí­ necesitan un gobierno dispuesto a renegociar el sistema y a revolucionar la polí­tica y la economí­a del desarrollo. Estos proyectos partieron de un compromiso renovado con el público: no son meros experimentos puntuales, sino intentos de establecer una plataforma social a través de una suerte de eco-alfabetización y pedagogí­a urbana.

En los últimos años la eficacia de este tipo de enfoque ha sido reconocida más ampliamente, cosa que se puede reivindicar al implicar que pueden surgir auténticas arquitecturas experimentales a partir de la inteligencia de las redes sociales y de las dinámicas de asentamientos informales. Por mi convicción en el potencial de estas condiciones adquirí­ cierta reputación en muchos ámbitos, como el arquitecto ‘benefactor’ que insistí­a siempre en promover un programa social y polí­tico. De hecho no me interesa romantizar la precariedad de la favela. Simplemente planteo que detrás de aquellas dinámicas hay una cierta inteligencia de la cual podemos cosechar polí­ticas y economí­as más sustentables en el uso de la tierra. Ya sea en barrios marginales en los Estados Unidos, o en otros lugares, los inmigrantes han logrado adaptar lo que de otro modo serí­an espacios urbanos homogéneos e insí­pidos.

LatinArt:  ¿De qué manera las poblaciones inmigrantes producen este nuevo tipo de urbanismo?

Teddy Cruz:  En barrios marginados y otros espacios informales, existen ciertos procedimientos -- acciones, intercambios y transacciones sociales, polí­ticas y económicas-- que apuntan hacia una economí­a polí­tica alternativa. Nuevas economí­as y mercados pueden surgir de esas interacciones dentro de esas comunidades, que pueden servir de modelos para replantear los significados de la infraestructura y la densidad.

El concepto del barrio como un sitio para la experimentación es fundamental para replantear nuestras instituciones en la crisis económica. Para mí­, la crisis ha amplificado la importancia de estas interacciones a nivel de barrio. Me ha obligado a llegar al meollo de cómo pueden ser consideradas las economí­as en términos de desarrollo y en términos de colaboración entre los residentes del vecindario; cómo las asociaciones sin fines de lucro que trabajan en comunidades locales pueden afiliarse para crear nuevos conceptos de propiedad, la copropiedad de los recursos, y la infraestructura de los servicios sociales.

El fundamento del desastre económico en general fue la burbuja inmobiliaria, y la práctica de otorgar créditos a personas que no los podí­an reembolsar. Para los estadounidenses, la sociedad de la propiedad representa una especie de derecho: poseer una vivienda significa ser libre. Este ha sido el paradigma que rige la urbanización en este paí­s, con paraí­sos artificiales de bajos intereses que fortalecen nuestra curiosa creencia que la democracia está basada en el santo derecho de que a uno lo dejarán en paz en su propiedad. Ahora que las personas están perdiendo sus casas y viven en condiciones cada vez más marginales, pareciera que se ha derrumbado el ‘American Dream’.

La necesidad de reinventar nuevas formas de propiedad - y con ello nuevas condiciones de propiedad - es más evidente que nunca en la actualidad. Esto no significa que debamos volver a la idea sesentera de viviendas cooperativas; en aquel modelo, aunque la gente comparte la propiedad de las unidades, sigue vigente el concepto de la propiedad inamovible de las cosas: no se comparten ni recursos ni medios de producción. La vivienda puede significar más que el hecho de tener un techo; en condiciones de pobreza, debe estar ligado a las microinfraestructuras y a los sistemas de apoyo socioeconómicos. La vivienda incluso puede ser un impulsor económico del barrio; puede ser un lugar para fomentar nuevas relaciones socioculturales, generadas por la programación pedagógica a nivel de la comunidad. En otras palabras, la vivienda no puede ser entendida sin contexto. Hay que concebirla como una herramienta relacional.

LatinArt:  Queda claro que necesitamos abordar el urbanismo desde abajo hacia arriba, tomando en cuenta cómo las soluciones de diseño molecular pueden afectar el tejido urbano a nivel más amplio. Este modelo requiere que trabaje independientemente mucha gente, con una actitud de “DIY”(‘do it yourself”: hazlo tú mismo); se me hace difí­cil pensar que de verdad sucederá. Pero puesto que esa posibilidad es fundamental para tu práctica, me pregunto ¿cómo te imaginas que esta estrategia molecular se pudiera convertir en un modelo institucional - o el modelo institucional - para el desarrollo? ¿Cuáles son los riesgos al institucionalizar las tácticas de “DIY?”

Teddy Cruz:  Es algo que me cuestiono mucho. Todos dependemos de ideologí­as particulares: están los formalistas frente a los infraestructuralistas, los que apoyan la grandeza de la arquitectura contra los que se interesan en la micro-escala. Sin embargo, en América Latina estos proyectos realmente se concibieron de arriba hacia abajo, fueron implementados por gobiernos progresistas. América Latina es el único lugar en el mundo donde los gobiernos han intentado aprovechar el potencial de las redes sociales y las dinámicas de las economí­as informales con el fin de replantear la urbanización. A mí­ me interesa lo informal, pero con esto no quiero decir que sólo resulta interesante porque hayan fallado los proyectos a gran escala, el modelo de arriba hacia abajo. No tenemos qué recurrir siempre al modelo DIY de abajo hacia arriba. Es importante trabajar a escala pequeña, pero pensando siempre en términos de reconversión y de retar a las instituciones de arriba hacia abajo. Para que estos proyectos surtan un efecto hacia arriba que resulte en la re-conceptualización de dichas instituciones, necesitan ser reproducidas y adaptadas a entornos distintos y escalas distintas. Por ahora sólo pueden ser utilizadas en determinados contextos.

LatinArt:  ¿Cuáles serí­an algunos ejemplos de la utilización de este enfoque en Estados Unidos, y en términos concretos en los trabajos que has realizado en California?

Teddy Cruz:  Existen esfuerzos de base en algunas comunidades en los Estados Unidos, pero son minúsculos, y no han logrado permearse mucho hacia arriba. Creo que el futuro de la urbanización en California depende de la pixelación de lo grande y lo pequeño. El propósito, por supuesto, radica en desarrollar una alternativa al modelo actual de urbanismo que pareciera estar bajo el efecto de esteroides y depende del petróleo como fuente energética, que actualmente define la expansión del sur de California.

Es de importancia fundamental cuestionar los marcos de referencia polí­ticos y económicos que han apoyado y promovido esta urbanización egoí­sta. Uno de los proyectos que hemos desarrollado que plantea esto, se llama Non-stop Sprawl, McMansion Retrofitted: es una maqueta de plástico de la omnipresente casa en serie, colocada en una caja con espejos que la reflejan hasta el infinito. La casa cuenta con dos monitores que muestran un video dí­ptico. En uno de los videos, un grupo de inmigrantes habla de cómo se imaginan transformar esta Mcmansion para alojar a dos familias, o para montar un pequeño negocio en el garaje. El segundo monitor muestra una animación de la casa en proceso de transformación.

En un principio se trataba de una obra satí­rica que buscaba especular sobre la transformación de los suburbios americanos. En las condiciones actuales de emergencia ambiental y económica, el modelo de urbanización no es sustentable, y se deben desarrollar usos alternativos. No es una idea fantasiosa: se ha estado llevando a cabo por varias décadas. Si te fijas en el primer circuito de suburbios en San Diego, Los íngeles o Chicago, verás subdivisiones estilo Levittown que han sido radicalmente transformadas en los últimos treinta o cuarenta años. Conforme se han ido arraigando las comunidades inmigrantes, han incrementado las densidades de población y los lazos económicos informales.

En la actualidad se está acelerando este fenómeno: debido a la crisis de las hipotecas, la gente está cambiando la forma en que utiliza estas grandes residencias, ya sea que los propietarios los dividan en dos o tres unidades con un pequeño negocio en el garaje, o que los inmigrantes las conviertan en casas residenciales multifamiliares. Como consecuencia, estamos empezando a concebir la densidad de otra manera; ya no en términos de unidades por kilómetro cuadrado, sino como una medida de intercambios socioeconómicos en una zona. Esto invoca una imagen muy diferente de la ciudad y de la relación entre vivienda y economí­a.

Creo que estos patrones se pueden permear hacia arriba. Entre más ambigí¼edad y flexibilidad les inyectamos a los reglamentos que rigen el uso del espacio urbano (y descentralizamos las estructuras de poder que los aplican) más les permitirá adaptarse a diversos entornos. Al hablar de un movimiento hacia arriba, no me refiero a un efecto de homogeneización de la economí­a informal, o que el modelo de abajo hacia arriba sea el único enfoque oficial para el desarrollo; me refiero más bien a que necesitamos ingeniar enfoques hí­bridos y generar marcos abstractos y modelos de información. El estudio de los patrones sólidos de urbanismo que encontramos en las comunidades inmigrantes nos puede ayudar a crear polí­ticas que le permitan a cada barrio seguir su propia forma de desarrollo de acuerdo a su propia historia; que le permita a la gente transformar los barrios en función de los cambios demográficos. (Odio llamarle “uso del suelo en función del sitio.”) Pienso que este es el sueño de muchos arquit
LatinArt:  ¿Cómo inicias el proceso de generar estos marcos abstractos y modelos informativos?

Teddy Cruz:  Muchos de los proyectos de mi despacho comienzan por poner en relieve la forma en que han fallado las polí­ticas económicas. En San Diego la crisis de vivienda económicamente viable se debe en parte a un conflicto entre el uso de la tierra y los créditos inmobiliarios. Las subvenciones no apoyan a los pequeños proyectos ni a los dúplex o ’fourplex’ ocupados por sus propietarios. En muchos barrios desprestigiados y marginados, los proyectos subvencionados de vivienda social deben tener una densidad de al menos cincuenta unidades, pero muchos de los barrios prohí­ben una densidad tan alta (así­ como construcciones de uso mixto), lo cual frena a los urbanizadores particulares.

Para llegar a un modelo diferente de vivienda asequible, tuvimos que replantear la manera en que se estaban utilizando los créditos fiscales y subsidios; también consideramos como colaborar con las ONGs de la comunidad que están desarrollando muchos de los proyectos no convencionales, y sugerir cómo y por qué el municipio podrí­a adoptar modelos diferentes de densidad y uso mixto. Además tuvimos que convencerles que la participación social de los vecinos del barrio tiene un valor económico. Como artistas y arquitectos podemos contribuir al replanteamiento del urbanismo, diseñando y conceptualizando procesos polí­ticos y económicos. Sin embargo, sin una comprensión de las condiciones que produjeron esta crisis --mismas que pueden ser vistas como el material del arquitecto-- únicamente estaremos haciendo arte público o adornando los errores de planificaciones erróneas y economí­as con fines egoí­stas.

Considero que la función polí­tica en el arte o la arquitectura no radica en la producción de arquitectura polí­tica sino la construcción de la polí­tica misma, hacia una arquitectura con relevancia social. Empezamos con dos preguntas: ¿a quién pertenecen los recursos? ¿De quién es este territorio? En otras palabras: la exposición de los mecanismos de una institución con el fin de mostrar cómo funciona. Mi objetivo es abrir las instituciones, convirtiendo sus mecanismos en material reconfigurable. Existe cierta incomprensión en cuanto al significado de la investigación en el contexto de la arquitectura y del arte --una separación percibida entre la investigación y el producto. Pero el lenguaje mismo de la investigación puede funcionar como material artí­stico.

Los mejores momentos en mi práctica ocurren cuando una pregunta de investigación se vuelve tan volátil como concepto que se desprende de la arquitectura y del arte y engendra sus propios hechos, que reconfiguran la conversación original. Por supuesto que muchas de estas preguntas de investigación son bastante mundanas. Durante los últimos siete años he estado trabajando con Casa Familiar, una asociación sin fines de lucro, en San Ysidro, un pueblo justo al norte de la frontera. Casa Familiar se dedica a la educación, apoyo jurí­dico, programación de servicios, vivienda y al desarrollo económico de la comunidad. Nuestra pregunta indagadora ha sido la siguiente: ¿Cómo creas una situación en la que al gobierno local queda obligado a compartir su poder con la organización comunitaria? ¿Cómo convences a esta institución que semejante grupo tenga la capacidad de administrar recursos e interpretar reglamentos de construcción, y que el empoderarlo de esta forma beneficia al gobierno?

LatinArt:  Has estado observando barrios, asentamientos nómadas y arquitectura informal en Tijuana por varios años, tomando lo que aprendes de estos “estudios de casos”y transformándolos en una plantilla para que la gente del norte la pueda utilizar para replantear las estrategias de desarrollo. Pero hay un elemento romántico en este proceso: la gente viene a estos lugares para consumir una imagen idealizada del urbanismo informal, y después se van. Lo que emerge es una especie de dinámica de turismo-desastre entre residentes locales y turistas. Corres el riesgo de racionalizar la pobreza, hasta de venerarla. Y esto nos obliga a preguntar: ¿de qué, y a quién, le sirve el conocimiento obtenido de tu trabajo?

Teddy Cruz:  Ha formado parte de la crí­tica de mi trabajo. Como vivo en San Diego, la gente de Tijuana me ve como alguien que articula una postura relacionada a la frontera, pero que realmente no participa fí­sicamente en su ciudad. Me molesta que los artistas se conviertan en la patrulla fronteriza de las ideas y la autorí­a: ¿si no vivo aquí­, quiere decir que no tengo derecho a hablar de ello? ¿Qué importa de dónde vienen las ideas, con tal de que enriquezcan el debate en torno a las condiciones de la urbanidad? ¿A quién le importa, con tal de que intente desterrar las dinámicas que existen en estos lugares? Todos deberí­amos ser cómplices en la construcción de modelos alternativos de desarrollo, y para esto no hacen falta insignias ni nacionalismos.

Al mismo tiempo, estoy consciente que hay una lí­nea extraña y muy delicada entre la trivialización de uno mismo y el convertirse en un turista condescendiente. Para mí­ es un riesgo que vale la pena. Siempre he dicho que el miedo a ser percibido como alguien condescendiente se deriva de la culpabilidad americana y europea. En realidad me interesa mucho más ser un guí­a de turistas de lugares en crisis; ¡necesitamos observar estos putos lugares! Tenemos que compenetrar estos entornos. Todos tenemos la responsabilidad de entender los elementos que produjeron estas crisis desde un principio, porqué se han suscitado estas zonas de conflicto. Y esto parte de nuestra propia presencia en estos lugares, con estar allí­: ponerse debajo del ‘Interstate 8’ en San Diego que desemboca al Rí­o de San Diego. Ponerse a un lado de la carretera para ver cómo penetra el muro fronterizo el Rí­o Tijuana. Ser testigos de estos conflictos entre lo polí­tico y lo natural. Y luego preguntarnos: ¿qué fue lo que produjo estas circunstancias?”Con esto empezamos a entender las instituciones, los protocolos, las poblaciones. Para los artistas, el comenzar a crear una consciencia de las medidas polí­ticas y económicas que produjeron estas colisiones, es el primer paso hacia el fomento de una relación entre arte y ciudad más adecuada y funcional.

He estado intentando entender estas cosas paso por paso. Como arquitectos, todos estamos impacientes por construir. Muchos de mis amigos arquitectos piensan que para ser responsable tienes que clavar clavos. Claro, realmente no basta visitar estos lugares para documentar lo que está sucediendo, no es suficiente. Yo estoy documentando el entorno de Tijuana, pero no solo estoy produciendo una imagen. No me interesa la imagen de lo informal, sino lo que existe detrás de ella: las caracterí­sticas de los procedimientos, las polí­ticas, lo social y lo económico de un lugar, y el proceso de traducirlos a los dispositivos operacionales que nos permitan replantear la urbanización. Muchas veces el papel del arte se reduce sencillamente a amplificar un problema para hacernos “conscientes”de estos temas, ya sea a través de la metáfora o del simbolismo. ¿Pero qué pasa después? ¿Cuáles son las metodologí­as, las acciones necesarias para superar esta crisis? Como me dijo hace poco la artista Tania Bruguera: ¡creo que es hora de devolver el mingitorio de Duchamp al baño!

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“Learning from Tijuana” se publicó originalmente Noviembre 19, 2009 en la séptima edición de Triple Canopy, Urbanisms: Master Plans.






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