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26 Bienal Internacional de Sao Paulo, 2004


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Venice Biennale,
01/09/2004 - 01/12/2004
Venice, Italy

26º Bienal Internacional de Sí¢o Paulo, 2004
por Virginia Gil Araujo

Cuando el mundo ya cuenta con más de 50 Bienales, la cuestión que se impone no es más la de la actualidad de la producción artí­stica, puesto que su carácter repetitivo no puede ser evitado, sino cuál es la función de una Bienal y qué es lo que ella debe ofrecer al Brasil hoy. La 26 Bienal Internacional de Sao Paulo, que ocurrió entre los meses setiembre y diciembre de 2004, demuestra la fragilidad de una institución que se inicia en l951, después de la Bienal de Venecia, como segunda Bienal internacional y que hoy pasa por sucesivas crisis, incluso indagando sobre la mirada del curador Alfons Hug, fruto reciente de esta crisis y del verdadero surto curatorial que surge ante el más nuevo fenómeno contemporáneo en las artes visuales.

En principio, el fomento a la visitación en masa promete ser un diferencial preponderante de la Bienal Internacional de Sao Paulo con relación incluso a la Documenta de Kassel, mayor exposición de arte contemporánea que ocurre a intervalos de cinco aos. La 26 Bienal propone entrada gratuita, con eso recibiendo alrededor de 900.000 visitantes, pero no queda muy al frente de la 25 Bienal que optimiza 670.000 boletos pagados en 2002, considerándosela, así­, como la exposición de arte contemporánea más visitada del mundo. El cambio de la estrategia económica tiene deuda con la fecha de los 450 aos de la ciudad de Sí¢o Paulo que pretende dar continuidad a la misión de la "cultura para todos" en las próximas Bienales.

No obstante la aparente apertura, la estimativa resta frustrada ante la insuficiencia de nuestro dominio cultural para aprehender a las 135 obras en exposición por la falta de una amplia acción educativa. Sin un aspecto didáctico sólido, qué significa una Bienal abierta para estudiantes? Tan sólo 800 estudiantes universitarios fueron preparados para atender al público, resultando aún una polémica sobre el valor de los pagos. Si los estudiantes de las facultades privadas fueron favorecidos por el acrecentamiento de becas de las instituciones de enseñanza a que están ligados, los valores obtenidos por los estudiantes de la enseanza pública menguan cuando comparados a los de aquellos.

Conocedor de la demanda por iniciación y preparo para ir al pabellón, el público busca aún el sitio institucional de la 26 edición de la muestra y en él no encuentra las explicaciones acerca de las motivaciones de los artistas, allí­ tan esperadas, puesto que el mismo Hug ha explotado esa fórmula en la Bienal pasada, en Metrópolis. De otro modo, el catálogo significa una inversión para un público reducido, individualiza a los artistas y, a decir verdad, compensa el esfuerzo de la búsqueda por las informaciones plausibles. Algunas veces, las imágenes de las obras expuestas no corresponden a aquellas pegadas al texto. Las páginas más flagrantes son aquellas que hacen referencia a las obras de Laura Vinci y de Ivens Machado. Ambos artistas visiblemente perjudicados por el equí­voco en el diseño de la exposición. No obstante la generosa inclusión de dieciocho artistas brasileños entre los ochenta artistas invitados, la conclusión es la falta de un término de responsabilidad para disminuir el impacto de la mezcolanza de los paí­ses en la planta baja. El piso, con una altura de más de siete metros y una visión general para el Parque del Ibirapuera abriga otro equí­voco: el Parque de Esculturas proclamado por la comprensión octocentista de Alfons Hug, en detrimento del arte contemporánea. Al privilegiar el abarcamiento espacial del edificio de Oscar Niemayer "de modo a preservar a vista da skiline de Sao Paulo e possibilitar o diálogo entre as obras de arte e a própria cidade"(de manera a preservar la vista de la skiline de Sao Paulo y posibilitar el diálogo entre las obras de arte y la propia ciudad), conforme el catálogo, el curador desmerece a las instalaciones, que restan sueltas como si pudieran ser entendidas como esc

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