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To be political it has to look nice (Para ser político debe resultar atractivo)


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Courtesy of Apex Art by        To Be Political it has to look nice


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Apexart,
11/10/2003 - 08/11/2003
New York, NY, USA

To be political it has to look nice en Apex Art, Nueva York
por Raúl Zamudio

Theodor Adorno escribió en una ocasión que un efecto de la conversión capitalista del arte en una industria fue la transformación del museo en mausoleo y que, por consiguiente, los museos se transformaron en sepulcros del arte. Sin embargo, la observación de Adorno acerca del poder de apropiación del capitalismo no estaría dirigida solamente a la Derecha. Porque algunos artistas de Izquierda que se muestran ávidos por ser políticos inadvertidamente acaban por aparecer como ideólogos de la trasgresión de la ética en sus prácticas y, por tanto, son asimilados por aquello a lo que se oponen y su política termina por jugarles en contra (¿recuerdan la obra de Hannah Wilke de 1974-77 que respondía al feminismo conservador con el texto "Cuidado con el feminismo fascista"?). No se trata de que los artistas deban dejar de producir arte político o que la política y el arte no deban mezclarse, porque ello siempre ocurre ya sea por la puerta del frente o por la puerta trasera. Pero cuando el arte político se anuncia como tal, ¿a qué distancia se encuentra del didactismo y la tribuna callejera cuando se descarta por completo la sutileza? El mejor arte político nos alinea ciegamente con sus postulados y no descarta la estética o la poética como fuente de contenido y, de hecho, puede estar ostensiblemente desprovisto de todo tema político. Por otra parte, cuando el arte deviene en pura propaganda se produce un hecho interesante: tal hecho consiste en que el arte se manifiesta como una orientación ideológica. Walter Benjamin aludía sucintamente a este aspecto al final de su famoso ensayo "Reproducción mecánica". Con respecto a la reflexión de Adorno acerca del capitalismo y la industria cultural, Benjamin señalaba que una de las estrategias del estado nacional modernista consiste en incorporar la estética a la política y de tal modo hacer admisible la ideología; y a ello Benjamin responde que se debería actuar de modo inverso y politizar el arte. No obstante, el arte mas astuto provisto de un costado político es aquel que se nos mete bajo la piel y se pudre en nuestro inconsciente hasta alcanzar una cierta valencia crítica. Por desgracia, la reciente exposición de Apex Art, To be political it has to look nice (Para ser político debe resultar atractivo), estuvo desprovista de agudeza crítica como para lograrlo y es probable que ello se deba a su opacidad curatoria.

El marco curatorio de To be political it has to look nice consistió en "una investigación de los proyectos y una presentación de articulaciones culturales de lo estético, lo político, lo social y la cotidianeidad que tienen lugar o ponen de manifiesto sus orígenes en el subcontinente americano". Este parámetro amplio y opaco se vio contrarrestado mediante una aclaración de que el evento no pretendía ser un informe de situación, si bien la afirmación precedente refuerza tal percepción. Y en tanto el subtexto curatorio subraya la intención de poner las propias cartas sobre la mesa, To be political it has to look nice no tuvo ninguna semejanza con American Effect (Efecto americano) de Whitney ni estuvo acotado como Unpacking Europe (Desempacando Europa). Y la única razón por la que planteo estas comparaciones se debe a que la directiva curatoria no logró evadir digresiones respecto de la identidad, los estereotipos y las construcciones problemáticas acerca de la nomenclatura con carga ideológica que rodean a la región geocultural conocida como América Latina. En cierto sentido, entonces, el evento de

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