El nombre de S Files -un proyecto creado por la curadora del museo, Deborah Cullen hace 10 años- corresponde a "the selected files", que describe el sistema de operación de la bienal y que contradice la naturaleza de este término. A través de una convocatoria permanente, el museo recibe constantemente portafolios (files) de artistas latinoamericanos que viven, vivieron o han realizado proyectos en Nueva York. Posteriormente, los curadores en turno realizan una selección de los recibidos, hacen visitas a talleres y eligen a los artistas que serán presentados en la exposición. Más que bienal, la muestra es un salón de convocatoria abierta.

En esta ocasión, la muestra fue curada por Elvis Fuentes, curador de El Museo del Barrio y E. Carmen Ramos, curadora del Newark Museum, y está dividida en tres secciones: la primera, reúne trabajos que tienen qué ver –de acuerdo al texto curatorial- con la adrenalina, que agrupa obras que abordan el tema del riesgo tanto en el proceso de creación como en el montaje y la interacción con el público; la segunda, relacionada con naturaleza y paisaje; y una tercera que habla sobre apropiacionismo y piratería.

En adición a estos tres temas, se añade otro que se propone como suplemento y que enmarca los trabajos que van más allá de la piratería o que se plantean como transgresores. Tal es el caso de Bolívar, una colección de objetos que Eduardo Gil coleccionó en poblaciones del mismo nombre en Estados Unidos y que se plantea como un cuestionamiento irónico sobre la actual tensión entre el país del norte y la República Bolivariana de la Venezuela chavista, un comentario que resulta un chiste coyuntural pero no una pieza efectiva ya que los orígenes de las nomenclaturas de estas poblaciones no tienen que ver con el abanderamiento ideológico que hace el Presidente Hugo Chávez en su actual mandato.

Además, en cada edición, se abre una sección especial para un país invitado, que en esta ocasión fue Ecuador bajo la curaduría de Rodolfo Kronfle y el sugerente título de Ecuador: La vida en estado puro, con obra de Fernando Falconí, María Teresa Ponce, Saidel Brito, Manuela Ribadeneira y Pablo Cardoso.

El título proviene del slogan del gobierno ecuatoriano para promover el país y su turismo, un asunto que se torna interesante si se piensa en que "Ecuador no es un país, es un paisaje" como señala el fotógrafo Armando Salazar(1) en referencia a la película Qué tan lejos (Tania Hermida, Ecuador, 2007), y en la cita de Zizek que hace Kronfle acerca de que el Estado–Nación "ísublimaí las formas de identificación orgánicas y locales en una identificación universal ‘patriótica.í"(2) Dos trabajos ejemplares ilustran muy bien las ideas que el curador señala, el de María Teresa Ponce y el de Fernando Falconí.

Como una reflexión sobre el paisaje ecuatoriano y la modernidad incompleta, María Teresa Ponce (Quito, 1974) realiza la serie fotográfica Oleoducto en la que retrata escenas campestres unidas digitalmente y en las que aparecen habitantes d