La lectura de la obra de León Ferrari se vuelve caleidoscópica. Sus imágenes parecen reflejos cambiantes y multiplicados de un mismo principio o serie de principios éticos que desafían la moral occidental moderna. El respeto a la diferencia; la condena a la violencia; la evidencia de una sociedad disciplinada por la imposición de los discursos religioso, jurídico, artístico y del Estado, son los fundamentos de sus creaciones y condensan los aspectos de su lucha artístico-política. En definitiva, su producción se define por diferentes intentos de descentrar el poder e incomodar sus formas dadas.

En su selección amplia de materiales y temas tanto como en los modos de producción, reproducción y distribución elegidos, Ferrari se encarga de ensanchar las márgenes del espacio del arte. Su afilada crítica respecto a las funciones que cumplieron los artistas e imágenes más consagradas por la historia del arte se hace extensiva a los usos de la imagen en la actualidad. Su práctica artística tiende a disolver los límites del medio y transgredir sus códigos. Su Cuadro escrito (1964), donde en un extenso manuscrito describe "un cuadro como si el artista pudiese pintarlo con palabras", es paradigmático en ese sentido. Como afirma Andrea Giunta, "desde sus actitudes y textos antiinstitucionales de los sesenta, la obra de Ferrari cuestiona el canon [del arte], el valor de objeto único o los límites del gusto." (1) Sin apartarse del mercado –Ferrari pertenece a una de las galerías más influyentes de Buenos Aires– desafía su regulación a través de la reproducción sin límite de muchas de sus piezas, a lo que le suma el continuo legado de obras a sus amigos y colegas. Desde sus experiencias en San Pablo realiza réplicas de sus producciones gráficas en fotocopias. Estas posturas son rematadas por la reelaboración del código de seriación: x / ∞ (x sobre infinito) es la numeración de sus piezas.

Hábil domador de las formas tanto en el plano como en el volumen, Ferrari ensaya su poética entre la anatomía del lenguaje y el erotismo de la línea, entre la estigmatización de la palabra y el martirio poético del cuerpo. La escritura y el cuerpo vertebran la densa carga conceptual de su obra. Funcionan como dos ejes que se cruzan y se distancian en la articulación del corpus de su producción. En las intersecciones existe una manipulación visual de los discursos. Alcanza una literatura plástica que despliega otros sentidos posibles en las narraciones de la historia occidental.

De la línea a la palabra
A partir de 1960 Ferrari comenzó a realizar una serie de esculturas de alambre de acero. De la composición con líneas rectas pasó a trabajar con varillas curvas y retorcidas. El entrecruzamiento de trazos aéreos y metálicos da la apariencia de grafismos en el espacio. Son tejidos rígidos transformados en volúmenes dinámicos y trasparentes. Sus estructuras abigarradas alguna vez fue