CV: La mayor parte de los coleccionistas americanos tienen un interés extremo en el arte cubano. Para entender esto hay que entender que EEUU y Cuba como pueblos están muy cerca, y han estado muy unidos desde principios del siglo XX. Por razones culturales ambos países han estado vinculados y tienen muchos elementos de diálogo, aunque sin embargo por razones políticas hayan estado separados. Así que finalmente, cuando estas puertas de comunicación se abren, ambas partes están ávidas de un intercambio.
Para mí es un fenómeno absolutamente cultural, muy lógico y, en este sentido, me parece normal. La sociedad americana está acostumbrada a no tener limitaciones de ningún tipo, en cambio durante bastante tiempo se le ha impedido su derecho a conocer Cuba. Aún así, los dos siempre han sabido de la existencia del otro y como he dicho antes, en cuanto abres una puerta, el intercambio se da.

LA: El Museo de Bellas Artes incluye una obra representativa del trabajo de Belkis Ayón. Tu la conociste personalmente, no sólo cómo curadora sino también como su amiga, ¿qué piensas sobre su trabajo?

CV: Belkis fue una gran artista, hizo una carrera corta de 10 años. En ellos fue muy prolífera y muy estable. Sólo hizo una manifestación el grabado y trabajó sólo una técnica la colografía, con sólo un tema que buscó dentro de la mitología y la cultura Abakúa. Belkis Ayón se apoyó en la parte más social de la cultura Abakúa, dado que Belkis no era religiosa. En un segmento tan limitado de sólo una manifestación, un tema y una técnica dejaron una obra magnífica.
Tuve el enorme placer de ser su amiga y socia desde que ella era joven y al final nos veíamos a diario. Mi trabajo consistía en ayudarla a promocionar su obra.

LA: Cristina, para concluir, ¿cuales son tus expectativas de lo que nos va a mostrar la próxima Bienal de la Habana?

CV: Déjame decirte lo que siempre digo, La Bienal de La Habana no es la exposición es sí misma, sino la atmósfera y especialmente el intercambio que se origina en torno a ella. La Bienal de la Habana se diferencia de muchas otras bienales en dónde todo se concentra en el análisis de lo que se ha exhibido y el diálogo se produce alrededor de eso. La posibilidad de meterte en los estudios de los artistas es algo único de La Habana y la convierte en un hecho popular en la medida que fuera de las estructuras de ladrillo circula el espíritu de la Bienal a todos los niveles.
En la última edición de la Bienal, la mayoría coincidía que lo más interesante era todas las obras representativas del arte cubano. Creo que eso es un problema, porque una bienal es un acontecimiento internacional y tienes que lograr que haya representación al mismo nivel internacional que nacional. Para eso se necesita un trabajo de organización muy grande, y esa es la parte que no se hasta que punto la bienal como institución tenga posibilidad de hacerlo. Hace falta concepto y dinero. Y cuando me refiero a concepto quiero decir que necesitas una formación sólida de lo que está pasando y haberlo visto con tus propios ojos. Esto te da una clara dirección en la selección de las obras a mostrar en una bienal.
En cuanto a las expectativas, espero que en la próxima Bienal se mantenga el mismo interés que por la Bienal anterior: fue excepcional desde el punto de vista de la multitud que se acercó y el interés que despertó. Al mismo tiempo, me gustaría que las instituciones traten de fortalecerse para ganar un espacio que habían perdido, así como el sistema de galerías para que esa venta del arte, de la que hemos hablado, se de en las galerías de Cuba. La Bienal tiene una vida interesante por delante.