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Internacional Errorista: La revolución por la vía de los afectos. Parte 1
Santiago Garcí­a Navarro




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Santiago García Navarro: ¿El errorismo sería una forma de desarmar esa oposición?

FZ: No estoy tan seguro. El errorismo destraba porque tiene humor, y facilita un debate que sería muy difícil darlo.

LG: El Errorismo surgió en gran parte con esta idea del error, que apareció como un azar objetivo total. Era la época en que la policía inglesa mató a un brasileño en el metro y dijo que fue por error, cuando la CIA se había llevado a un ciudadano alemán a un campo de concentración y dijo que fue por error, etc. Entonces la palabra "error" empezó a ser funcional dentro del discurso del terror. Cuando empezamos a escribir el Manifiesto Errorista vimos que, por un lado, abría la posibilidad de discutir algo que es muy difícil de discutir porque se encuentra bloqueado por completo, pero por otro, lo relativiza a tal nivel que se vuelve muy complejo el debate. A algunos amigos europeos, por ejemplo, les gustaba la idea de errorismo pero no la imagen de las luchas de liberación nacional o de la mujer musulmana tapada.

FZ: El argumento para la discusión es que al reproducir esa imagen estarías colaborando con el sistema que oprime a las mujeres, y al incluir las armas estarías avalando su uso. El símbolo del arma es tan fuerte que la gente lo ve como un arma real. Por eso les pusimos el "bang", que es un elemento esencial del cómic. Nosotros conformamos la acción teatral con una estética del cómic, por el tipo de posiciones actorales, por los personajes, por el maquillaje, etc. La onomatopeya servía para eso. La primera declaración que hicimos fue: "Todos somos erroristas", un juego de palabras con "todos somos terroristas".

LG: El terrorismo se ha convertido en una forma de control a tal nivel que ya ni siquiera apunta contra los que forman parte de un determinado espacio ideológico, clase social o cultura. Y lo más complejo es que empieza a generar una lógica a nivel cotidiano.

SGN: ¿Y qué tipo de configuración social creen que se está defendiendo en nombre del ataque al terrorismo?

FZ: Cuando fue el golpe del 76 en la Argentina, lo que se instaló fue el terrorismo de Estado, que conformó una situación de paranoia permanente, en la que podías llegar a denunciar a tu vecino con la excusa de que había guerrilleros que querían hacer el comunismo. Luego se aceptó el concepto "terrorismo de Estado". Pero cuando la dictadura hizo su defensa, dijo que cometió errores y excesos. El mismo discurso de Estados Unidos. Ahora el próximo punto es Irán, y quizás el siguiente sea Venezuela, o quién sabe dónde. Pero yo creo que esto se acerca a América Latina.

SGN: Tengo la impresión de que en la IE, el eje no está tan puesto en la discusión sobre el terrorismo global, sino en algo mucho más amplio, que es el terror del mercado. Desde la perspectiva de Argentina, ¿cuáles serían para ustedes los movimientos de poder que organizan la sociedad?

FZ: Siento que es un territorio muy frágil el de la situación y el imaginario local. La integración que hace el gobierno de Kirchner de ciertos sectores piqueteros, tiende a consolidar una idea de gobernabilidad y estabilidad. Pero a la vez aparece el fantasma de la inseguridad, y entonces el enemigo es la delincuencia juvenil, los drogadictos, el que queda bajo la línea de pobreza, el que no tiene las herramientas culturales o económicas para ingresar al status quo social y tiene que vivir de subsidios estatales, etc. Con esta gobernabilidad se produce una licuación de las tensiones sociales.

LG: Pero ahora también hay un estereotipo "positivo", que surge de la reconformación de algo que en los 90 estaba muy presente, que es la imagen de triunfo, consumo y riqueza alentada por el neoliberalismo. El sistema económico y el poder político actual manejan un grado de censura mediática a tal nivel, que no sólo crean un estereotipo, sino que también fomentan el absoluto desconocimiento de la sociedad sobre lo que está pasando.

SGN: En Mar del Plata percibí que la gente le tenía miedo, sobre todo, al enorme aparato de seguridad, mucho más que a la hipotética amenaza de un atentado terrorista. El miedo era a que en cualquier momento se pusiera en discusión el aparato de seguridad, a que se produjera un caos ahí mismo, lo que en una mínima medida se dio con la manifestación de la tarde. La imagen más fuerte que guardo es la de decenas y decenas de policías federales apostados en fila en el primero de los tres cordones que defendían el hotel donde estaba Bush, y frente a ellos, el espectáculo de una avenida completamente vacía, sin una sola persona a la vista, sin un solo auto estacionado. Y entonces te preguntabas: "¿Y el enemigo cuál es?" Se me hizo evidente que el enemigo era en buena medida una ficción creada para facilitar el control y para mantener a la gente común apartada de los "asuntos de gobierno".

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