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Arte y Teorí­a
Un experimento para armar la memoria sexual de la ciudad
Ana María Garzón Mantilla




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Un experimento para armar la memoria sexual de la ciudad

Más que un taller, El sexo (el arte) y la ciudad fue un experimento de participación y convivencia facilitado por el artista Carlos Motta. Esta propuesta, junto con una exhibición y un conversatorio, fue parte de las actividades que se organizaron en la galería Arte Actual-Flacso, durante el marco del simposio internacional Queering Paradigms 5 (QP5), que se realizó en Flacso-Ecuador del 20 al 22 de febrero del 2014.

Queering Paradigms es una red académica que estudia políticas queer, el tema central de la edición celebrada en Quito fue una exploración sobre la vinculación de los estudios queer con las teorías post y decoloniales, con énfasis en los debates que cuestionan modelos hegemónicos establecidos por la modernidad occidental. Desde los primeros meses de organización del simposio, Marcelo Aguirre, director de la galería, y María Amelia Viteri, organizadora del QP5 en Quito, propusieron crear un espacio de encuentro entre arte y academia y extender las reflexiones generadas en las charlas hacia el campo del arte. Fue así cómo recibí una invitación para curar una exhibición que tendiera ese puente. El resultado fue la muestra El cuerpo queer, la construcción de la memoria, que reunió dos propuestas individuales: Nefandus, de Carlos Motta, y Faces and Phases, de Zanele Muholi. Las obras de estos dos artistas, pese a sus diferencias, se ubican en la misma zona de disidencia y discuten los guiones que construyen la historia. Sus obras cuestionan las políticas de representación y proponen pensar la relación del sujeto con su cuerpo y ese cuerpo en relación con los otros La muestra de Muholi contenía 120 fotos de mujeres lesbianas y trans-masculinos de comunidades afro. La fotógrafa empezó a trabajar esa serie en el 2006 y los retratos son un ejercicio que intenta evitar el olvido y desafiar a la norma estatal que tiende a convertir a las personas en estadísticas sin rostros ni historias. Por otra parte, en Nefandus -formada por tres vídeos, fotografías y esculturas-, Motta crea una cartografía sobre la historia sexual prehispánica y colonial. Traen al presente narraciones que la historia dominante, Eurocentrista y hetero-normada, ha dejado en el olvido, al hablar de las tradiciones homo-eróticas deleznables por la moral cristiana.

La exhibición permaneció en Arte Actual entre el 19 de febrero y el 20 de marzo y del 17 al 19 de febrero, el Project Room de la galería acogió la propuesta de investigación y experimentación colectiva propuesta por Carlos Motta. Project Room, coordinado por la artista Paulina León es una plataforma en la cual artistas e investigadores presentan portafolios, conversaciones, talleres, entre otras actividades. La actividad propuesta por Motta contó con 18 participantes, que fueron seleccionados por invitación, pensando en personas provenientes de disciplinas diversas, que permitan la generación de diálogos y retroalimentación entre los miembros del grupo. Así, entre ellos estuvieron artistas, un curador, académicos, gestores culturales, estudiantes de arte y cine.

A continuación la premisa, que Carlos Motta escribió junto con Emiliano Valdés (curador independiente, co-fundador de Proyectos Ultravioleta, Ciudad de Guatemala), para la primera edición del taller propuesto en Guatemala a mediados del 2013:

“La ciudad está llena de espacios donde hemos tenido experiencias sexuales (parques, callejones, baños públicos, etc.); la ciudad ha presenciado crímenes de odio (asesinatos, golpizas e insultos) en esquinas, calles, avenidas; la ciudad ha permitido la congregación colectiva de movimientos de resistencia (marchas del orgullo, protestas, etc.); la ciudad se habita desde y para nuestras experiencias individuales y colectivas.

Las regulaciones moral y legal de la orientación sexual y de la identidad de género se reflejan en la configuración y la vivencia del espacio público urbano. El expresar afecto homosexual en la calle o el transgredir la norma de género puede ser motivo de insultos, ataques e incluso riesgo. Consecuentemente en las ciudades, las sexualidades ‘anormales’ se han vivido en secreto. Sin embargo, éstas también han sido cómplices del desarrollo de nuestras vidas y han permitido el despliegue de momentos, experiencias y eventos de nuestras identidades sexuales”.

Siguiendo esas líneas, Motta, quien visitaba Quito por primera vez, propuso recorrer la ciudad en busca de espacios relacionados con la sexualidad. Desde el inicio de la propuesta, el artista dejó clara su función de facilitador, lo cual le deslindaba del rol habitual de profesor dictando cátedra, para convertirse en generador de diálogos, como explica a continuación: “no tenía una metodología definida, simplemente una serie de ideas para proponer al grupo e ir desarrollando procesos en conjunto. La metodología se definió con los participantes y creo que esa fue la manera indicada, ya que no era una propuesta pedagógica, sino una experiencia de convivencia. Traté de mediar la relación de cada participante con el tema, para saber desde qué perspectiva se acercaban y porqué querían estar ahí, ya que venían de contextos completamente diferentes. A partir de eso, traté de contextualizar el taller en relación a Petite Mort y ver qué sería lo indicado para este taller”. Petite Mort: Recollections of a Queer Public (2011) fue un proyecto que Motta realizó junto con Joshua Lubin-Levy. El libro propone un recorrido por Nueva York, siguiendo un mapa que señala sitios donde ocurrieron encuentros de sexo público. Fue hecho con contribuciones de sesenta hombres homosexuales y contiene textos y dibujos(1).

En la primera sesión, tras presentarse y elaborar listados de palabras y temas relacionados con la idea de hacer un mapa sexual de la ciudad, los participantes se dividieron en grupos y decidieron los temas que querían investigar en sus recorridos por la ciudad, como por ejemplo, los espacios arquitectónicos que invitan al sexo o el contacto corporal en la urbe. También empezaron a discutir los formatos (fotos, dibujos, mapas, narraciones…) que usarían para crear algo y presentarlo al final del taller.

La primera mañana estuvo dedicada a recorridos por la ciudad. Un grupo de participantes visitó sex-shops, preguntando datos de productos, buscando cosas curiosas y mantuvieron diálogos con los vendedores de las tiendas sobre los productos más vendidos o el funcionamiento de aceites, vibradores… Otro grupo buscó huellas de lo erótico en lo cotidiano, pensando en el movimiento del cuerpo en la ciudad y las interacciones que se generan en el transporte público, en la dinámica de las calles del Centro Histórico de Quito, tomando como punto de reflexión los movimientos de la danza. Un tercer grupo se instaló en la plaza de Santo Domingo para preguntar a la gente sobre sus experiencias sexuales y la manera en que la arquitectura pública despertaba sus deseos, tratando de hacer un mapa de las fantasías sexuales proyectadas en los espacios públicos, para luego compararlas con los espacios reales donde los encuentros tienen lugar. Otro equipo hizo una toma simbólica de los espacios públicos en la ciudad, más que un tema, fue una metodología, en la cual se propuso tomar un espacio real –los baños públicos del parque El Ejido- y un espacio ficticio –un cortometraje artístico-porno feminista- y cada miembro del grupo lo visitaba por su cuenta, en distintos momentos del día, y lo registraba. Uno escribía sobre la experiencia, otro dejaba una huella, otro describía los olores. 

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