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Arte y Teorí­a
Entrevista con Reinaldo Laddaga sobre Estética de la Emergencia, parte 1
Santiago Garcí­a Navarro




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Entrevista con Reinaldo Laddaga sobre Estética de la Emergencia. La formación de otra cultura de las artes. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2006.

La hipótesis que Reinaldo Laddaga despliega en Estética de la emergencia —libro recientemente publicado en Buenos Aires por Adriana Hidalgo editora- es ambiciosa y crucial. Según él, estarí­amos asistiendo al inicio de un nuevo "régimen de las artes" —el concepto es de Jacques Rancií¨re-, que vendrí­a, por un lado, a clausurar la edad estética del arte —perí­odo que se extenderá desde fines del siglo XVIII hasta las décadas del 60 y 70 del siglo pasado-, y, por otro, abrirí­a un nuevo tiempo del que poco sabemos, pero que implicarí­a formas fundamentalmente nuevas de producción, conceptualización y visibilidad de las prácticas artí­sticas. Toda una constelación de las artes, señala Laddaga, que se está conformando en cruce con los modos de producción eminentemente inmateriales y comunicativos que se dan hoy en los planos del trabajo, la práctica polí­tica, las ciencias y las formas de circulación de personas e información, dentro de una economí­a globalizada, altamente fluida, post-nacional y post-estatal.

Los casos concretos que sirven de base a la hipótesis de un nuevo régimen de las artes —que Laddaga llamará "práctico", y que en esta entrevista pondrá, sin embargo, en discusión- son: La Commune — Paris 1871, de Peter Watkins; Park Fiction, de Christian Schaefer; Proyecto Venus, de Roberto Jacoby; Whatí­s the Time in Vyborg, de Liisa Roberts; La Ballata di Corazza, del grupo Wu Ming; y Translation Map, de Warren Sack y Sawad Brooks. Claro que, aquí­, los nombres personales no refieren tanto a un autor como a aquella persona que diseña la arquitectura inicial de un proyecto y la propone a una comunidad en ciernes con la que encuentra un espacio de intereses potencialmente común. Cada uno de estos proyectos genera un ámbito de elaboración colectiva más o menos extenso en el tiempo y en número de participantes; espacio que no es ni estrictamente privado ni completamente abierto, tal como la concepción moderna de lo público implicaba a un receptor universal e indiferenciado, que se relaciona con la obra en situación de intimidad y aislamiento.

Puede, por otro lado, que estos proyectos impliquen la producción de un objeto de arte, sólo que se tratará de una entidad entreabierta, en cierta medida controlada por su "propositor", pero en cierta medida no: el objeto irá cobrando relieve merced a los aportes de individuos o grupos según sus posibilidades de colaboración, pero sobre todo será el medio para que los sujetos implicados se construyan como comunidad autónoma. De lo que surge una nueva idea de lo público, que implica a la vez una necesaria cercaní­a y una propensión a la comunicación a distancia y al encuentro inesperado: el que las nuevas redes tecnológicas y la propia fluidez de la subjetividad contemporánea facilitan.

Se trata de prácticas posdisciplinarias que incluyen a artistas y no artistas por igual, cuya evolución resulta en paralelo al debilitamiento del régimen disciplinario teorizado por Foucault, y que comportan, entre otras cosas, la decadencia de esa forma caracterí­sticamente moderna de agrupamiento del arte en torno a una esfera de producción perfectamente delimitada respecto de todas las otras.

Una de las preguntas que sugiere la lectura de Estética de la emergencia es de qué manera lo que solemos llamar arte estará aportando a la configuración de nuevas formas polí­ticas. Si hoy la comunidad no es algo establecido a priori sino algo por establecer cada vez, dirí­amos que cuando una se produce habrí­a un acto de creación. Nada obsta, sin embargo, para que estas comunidades constituyan simples cadenas de control que reproducen, en escala micro, las estrategias de modulación de la subjetividad con las que opera el mercado global. En este sentido, algunos casos que Laddaga estudia podrán definirse como comunidades de resistencia, y otros, como formas de intercambio que en nada se distinguen de la vasta inventiva del mercado. No es, por tanto, una lectura militante la que propone el filósofo, sino más bien una teorización sobre nuevos tipos de asociación desde el punto de vista de su morfologí­a. La siguiente entrevista apunta, en cierta medida, a recorrer estas novedosas y complejas estructuras estético-sociales a partir de una pregunta fundamental: la pregunta por qué será lo polí­tico en un mundo post-marxista.

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