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Descolonizando la arquitectura: Entrevista con Alessandro Petti
Ana María Durán




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El Derecho al Retorno: El atolladero de mejorar los campos de refugiados palestinos sin normalizar

Entrevista a Alessandro Petti

En su calidad de candidato a doctorado interesado en investigar la naturaleza de los asentamientos que se comportan como archipiélagos y enclaves en un mundo urbano densamente poblado, Alessandro viajó de Venecia a Palestina en el verano del año 2002. Poco a poco esta última se convirtió en el epicentro de sus inquietudes e investigaciones y se volvió una obsesión territorial. Palestina constituía un “laboratorio extremo” de condiciones liberales operando con las más apretadas restricciones; ofrecía la posibilidad de entender al filo los mecanismos operativos que producían el modelo de archipiélagos y enclaves tipificados por las comunidades de acceso restringido que existen en Occidente, cuyo modelo básico ha sido adaptado y asimilado por la mayoría de las culturas a nivel mundial. Según Alessandro, los campos de refugiados y las comunidades cerradas comparten las mismas características de “estado de excepción y suspensión del resto de la ciudad”. Al viajar a Palestina, su objetivo era el de nombrar lo que experimentara, poner al descubierto las fuerzas que transformaban los modelos habituales de habitación, y establecer las conexiones entre campos de refugiados y comunidades cerradas (en tanto se relacionan con complejos vacacionales en el Medio Oriente, enclaves residenciales en Dubai u otros patrones de asentamiento igual de aislados pero vinculados entre sí).

Alessandro es director de Decolonizing Architecture Art Residency, DAAR, (Residencia Artística para la Descolonización de la Arquitectura), colectivo que reúne los nexos entre arte, arquitectura, cultura visual, urbanismo, activismo, geopolítica y crítica cultural para evidenciar la construcción política de un territorio. Uno de los múltiples proyectos de DAAR tiene que ver con “la cuestión fundamental de cómo reutilizar, reciclar o re-habitar las colonias y bases militares israelís abandonadas –las arquitecturas utilizadas por Israel en su proceso de colonización territorial—a través de la reapropiación palestina. En resumen, “especula en torno a la utilización de arquitectura colonial con fines distintos a aquellos para los que fueron diseñados, en el momento en que se desvincula del poder militar/político que lo impulsa”. Tal es el caso de la base militar de Ous Grab (Puesto del Vigía), “una estructura de dominación abandonada”. En abril 2006, el ejército israelí abandonó dicha base por razones tácticas, y los palestinos se apropiaron de ella, lo cual suscitó la problemática del retorno.

Ana María Durán: Alessandro, me fascinó ver la manera en que DAAR aborda el complicado tema del Derecho al Retorno de los Refugiados Palestinos. Migrar al exterior resulta complicado de por sí, pero migrar hacia el interior parece plantear una condición todavía más severa que obliga tanto a individuos como a las sociedades a enfrentar una realidad muy diferente a la imagen habitual del pasado, imagen que ha sido borrada por el colonizador. ¿Nos podrías explicar cómo aborda esta problemática la DAAR?

Alessando Petti: La problemática del retorno es sumamente compleja. Primero permíteme explicarte el contexto histórico en el que estamos trabajando. Según las normas de derecho internacional, los palestinos tienen el derecho a regresar. No obstante, desde 1948 Israel ha impedido que los refugiados regresen a sus hogares. Dichos refugiados llevan más de 60 años viviendo en el exilio. La mayoría de los refugiados palestinos siguen viviendo en los alrededores de Palestina, en Jordania, Líbano y Siria. Se refieren a su exilio como Nakba (Día de la Catástrofe), que también conlleva una conmemoración anual del momento en que fueron desplazados. Tres de cada cuatro palestinos que habitan en la zona que actualmente conocemos como Israel fueron obligados a exiliarse. Ha habido una serie de expulsiones. La ocupación de Cisjordania por parte de Israel en 1967 provocó una segunda ola de refugiados, de manera que algunos palestinos han sido expulsados dos veces en sus vidas. En la actualidad existen más de 50 campos de refugiados en Medio Oriente, Siria, Jordania y Cisjordania. Más de cuatro millones de palestinos están registrados en la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo). Desde 1948 hasta la fecha, se han realizado varios intentos para transformar las relaciones políticas con el fin de hacer valer el derecho al retorno. Israel y la Autoridad Palestina emprendieron varias negociaciones en la década de los 90. Sin embargo, aunque el derecho al retorno está reconocido por leyes internacionales e humanitarias y por resoluciones de la ONU, dichas negociaciones han marginalizado cada vez más el derecho al retorno. Por lo tanto, existe una necesidad apremiante de volver a ubicar el derecho al retorno en el centro de la discusión en Palestina, y hemos intentado hacerlo rastreando y entendiendo las transformaciones radicales políticas y sociales que ocurren en los campos de refugiados.

AMD: ¿La temporalidad de qué manera ha influido en la construcción de los campos?

AP: Desde hace décadas los campos de refugiados palestinos han sido concebidos como albergues provisionales. Al principio los refugiados unicamente colocaban tiendas de campaña, pero con el paso del tiempo las tiendas han sido sustituidas por albergues. Al congelarse los “campos provisionales”, fueron percibidos como un peligro político, puesto que renunciar a la temporalidad significa renunciar el derecho al retorno. Los refugiados palestinos se vieron obligados a vivir una “vida suspendida” para mantener el derecho a regresar a sus tierras. El liderazgo palestino se tiene que fundamentar en las condiciones dramáticas de los campos de refugiados para poder argumentar que el regreso al lugar de origen es un tema urgente. Este enfoque, que ya tiene décadas, es de importancia fundamental para restablecer dicho derecho, pero obliga a los refugiados a vivir en condiciones insoportables.

AMD: ¿De qué manera el diseño arquitectónico puede encontrar un rol en una situación tan compleja y cambiante?

AP: Proponer cualquier tipo de transformación arquitectónica en esta situación conlleva implicaciones políticas muy profundas, porque de alguna manera significaría dar un paso hacia la normalización. Por lo tanto, cualquier intervención en un campo de refugiados implica realizar un cambio aparentemente imposible sin renunciar al derecho al retorno. Y es precisamente en este complicado cruce en que ubicamos nuestras intervenciones. El mismo contexto inevitablemente produce un cambio conceptual radical. Pensamos que era necesario cuestionar la idea de que cualquier mejoría debería verse en términos meramente humanitarios. Los refugiados constituyen sujetos políticos importantes. Teníamos que enfrentar las complejidades de lograr una normalización de la situación al reconocer que un campo no es un espacio humanitario nada más, sino un espacio político también. Nos pusimos a investigar los campos de refugiados en Cisjordania con la convicción de que se podrían cambiar las condiciones de vida en los campos al transformar el campo mismo. Estudiamos la posibilidad de establecer una universidad dentro del campo. Varias organizaciones han construido distintos tipos de infraestructura, pero teníamos la convicción de que era menester avanzar en más que el suministro de servicios básicos. Los mismos refugiados ya estaban articulando estas nuevas relaciones de maneras muy interesantes. Aprendimos de ellos cómo estar dentro y fuera del campo al mismo tiempo, cómo transgredir sus fronteras sin normalizar la condición de campo de refugiados.

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