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Prácticas Curatoriales
Curarequito
Vincent Honoré




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Curarequito
Vincent Honoré

¿Cuán aventurado sería para un curador trabajar con artistas, la mayoría de los cuales jamás ha conocido, en un espacio que jamás ha visitado? Este fue el primer desafío planteado por curarequito,* * que procedió por medio de correos electrónicos y llamadas telefónicas, de un modo ultra contemporáneo, a desmaterializar el montaje de una exposición. Sin visitas a los estudios, y con solo portafolios enviados por correo o Internet; ningún encuentro con el espacio, más que un CD con imágenes. Dadas estas restricciones, la primera tarea fue la de investigar las diversas y, a veces, contradictorias prácticas de los artistas participantes y considerar cómo podrían resonar en el espacio de la exposición: dos salas dentro de un antiguo hospital que actualmente constituye el Museo de la Ciudad de Quito, espacio lleno de significación histórica y posibilidades simbólicas.

Si bien se nos permitió transformar el espacio y habríamos podido construir paredes, decidimos que las obras debían encuadrarse dentro del interior existente: pisos de baldosa, una red abierta de cables en el cielo raso, un patio adyacente y una serie de nichos insertados en las paredes blanqueadas.

El trabajo del curador es una misión flexible y cambiante que ofrece una propuesta visual, una experiencia conceptual y coherente a la que acostumbramos llamar una exhibición, pero que es más adecuado describir como una composición especial de equilibrios tensos y tangibles. Nuestro empeño en el Museo de la Ciudad fue el de construir un proyecto a partir de una cantidad de incógnitas.

¿Dónde comenzar? Iniciamos el proceso discutiendo y, en algunos casos, cuestionando las prácticas de los artistas, su evolución artística y trabajo existente, especialmente las obras creadas colectivamente o durante talleres residencias, que serían la base del proyecto curarequito. Al mismo tiempo, consideramos el tema de la exposición, sus objetivos, ¿cómo resonaría en un espacio de esa forma y tamaño y con esas características arquitectónicas, y qué energía y efectos queríamos conseguir? ¿Legaríamos al espacio en función de la exposición o la exposición al espacio?

Luego, invitamos a los artistas a participar en un foro en línea acerca de nociones de lo espectral. Conjuntamente discutimos la mirada, la desmaterialización de las obras de arte, el inconsciente óptico y el fin del arte. Abordamos las diferencias culturales y extrajimos una variedad de referencias tomadas de las leyendas y relatos, el arte conceptual y la filosofía contemporánea. Este intercambio ayudó a los artistas a comprender nuestro punto de partida como curadores, y nos ayudó a definir un terreno común para la experiencia que íbamos a compartir. En lugar de insistir en una voz unificada, con sus connotaciones totalitarias de un enfoque vertical, nuestra intención siempre fue la de generar una polifonía. Después pedimos a los artistas que presenten propuestas de las obras que se producirían en Quito. Estos conceptos artísticos iniciales ingresaron en la conversación, aunque muchos fueron abandonados posteriormente. El espacio mismo fue objeto de un intercambio paralelo con el personal del museo, a fin de comprender el lugar arquitectónico, histórico y geográfico que ocupa el museo dentro de la ciudad, el país y el continente; y recabar historias y rumores del personal y los visitantes, que facilitarían una noción de su carga simbólica para penetrar más allá de sus muros.

Los elementos centrales de este proyecto fueron el diálogo y la duda, el intercambio y la generosidad, la colectividad y la individualidad: la frágil posibilidad de una comunidad; una comunidad parar crear, al final, entre los artistas y los curadores y entre las obras propuestas, y una comunidad que se extendería –mediante el proceso de exposición- al personal del museo y a sus visitantes. "Ser no puede ser sino es ser en con-junto, circulando en el con y como el con de esta existencia plural de singularidad". En resumen, hay una paradoja: la posibilidad utópica (por tanto, condenada al fracaso) y la posibilidad atópica (por tanto, irresuelta) de una correspondencia, internacional, intercultural y artística.

Una exposición es una situación política, si y solo si "Político" significa una comunidad que se ordena a sí misma a desobrar su comunicación, o se destina a este no obrar: una comunidad que conscientemente experimenta la experiencia de compartir en conjunto". (Jean-Luc Nancy).

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