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Prácticas Curatoriales
La Sala Mendoza propone nuevas aproximaciones al arte contemporáneo
Karina Sainz Borgo




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Instalation at the Sala Mendoza










Entrevista con su directora Ruth Auerbach

La Sala Mendoza (Caracas) acaba de editar un libro que recoge 45 años del arte contemporáneo en Venezuela, una historia que se ha escrito, en gran parte, dentro sus espacios. Por sus salas han pasado nombres claves que componen el quehacer plástico y la discusión estética. En la actualidad se mantiene como eje de nuevas propuestas y estrategias expositivas, una continuidad lograda durante la gestión de su actual directora, la curadora e investigadora venezolana Ruth Auerbach, quien a lo largo de su desempeño en el campo de la plástica ha trabajado sobre la configuración de narrativas locales y la concepción de nuevas estrategias para comprender y exponer las obras.

Karina Sainz Borgo: La Sala Mendoza, una institución de larga trayectoria y que constituye una referencia indispensable, se ha propuesto abarcar distintos registros del hecho plástico. Como directora de la Sala, ¿podría dar luces sobre un proceso de mayor apertura o el establecimiento de estrategias interdisciplinarias del espacio expositivo?

Ruth Auerbach: A lo largo de sus 45 años de tradición, la Sala Mendoza ha mantenido su continuidad en el espacio público y artístico. Recientemente hemos replanteado nuestra misión, en la cual, como asociación civil, se define como un espacio alternativo, autónomo, dedicado a contribuir a la promoción de la práctica artística que se desarrolla en sintonía con la dinámica de la cultura contemporánea, con el objeto de brindar a una audiencia, general y especializada, una plataforma de intercambio de conocimiento, que estimule nuevas formas de aproximación al arte y fomente la formación integral del individuo, en un proceso inclusivo a las intensas transformaciones urbanas, cumpliendo además con una responsabilidad social. Nuestra visión es ser el centro de referencia de la escena y la producción artística, así como del debate crítico y estético de la contemporaneidad en Venezuela. Bajo esas premisas estamos dándole continuidad a lo que siempre ha sido la misión de la sala. Hemos incorporado diferentes y diversas disciplinas de la creación, justamente para poder ampliar nuestras audiencias. Ya no se trata sólo de un espacio para las artes visuales, sino para la cultura contemporánea en general, la cual está vinculada con la música, el diseño gráfico, el diseño industrial, el urbanismo, el paisajismo, la arquitectura, de alguna forma, disciplinas híbridas.

KSB: Recientemente la Sala Mendoza ha presentado distintos proyectos expositivos interdisciplinarios ¿qué significa para la sala manejar este tipo exhibiciones?

RA: Justamente ese debate de ideas. Las nuevas formas de aproximación al arte ya no pertenecen a las maneras tradicionales. El cruce de las manifestaciones y los medios de creación nos obliga a buscar nuevas formas de mostrar y captar a las audiencias. No se trata exclusivamente de intercambiar conocimiento, sino de estimular a un espectador que se va a encontrar con formas diversas de ver el arte. Hay nuevas estrategias para realizar exposiciones y, al menos en la Sala Mendoza, ya éstas están bastante lejanas de las formas convencionales. En el caso de la exposición de Masa, por ejemplo, nos parecía significativo que un grupo de diseñadores venezolanos haya sido escogido por una editorial alemana para producir un libro que está circulando en las librerías y espacios artísticos de Europa. El trabajo de Masa utiliza la iconografía del diseño gráfico con elementos de la cultura popular que tienen que ver con la publicidad, lo urbano, incluso con iconos de la religión. Con el patrocinio de la Embajada de España ploteamos las imágenes a lo largo de toda la librería y las vitrinas, invitamos a unos djís y logramos una muestra dinámica a la que asistieron más de 500 personas el día de la inauguración. Estamos promocionando manifestaciones artísticas locales que no son estrictamente "arte culto", sino ese otro registro mucho más amplio, además de mantener, a través del Centro Documental, información muy actualizada no sólo para el público general o especializado, sino para las escuelas de arte. De alguna manera, cuando se habla de responsabilidad social, no se restringe a términos comunitarios, sino de la comunidad artística.

KSB: En función de su experiencia en el campo de la curaduría, así como el abordaje y estudio de lo urbano, por ejemplo, su trabajo curatorial en Utópolis, una exposición realizada en la Galería de Arte Nacional donde se propuso el hecho creativo en el espacio público ¿qué otros proyectos maneja la Sala Mendoza para acoplar la reflexión urbana al espacio estético?

RA: Es difícil separar mi trabajo curatorial de la persona que dirige un espacio, porque yo vengo con ideas muy personales de cómo abordar el arte. Con referencia a Utópolis, es un tema que le da sentido a mi trabajo aquí en la Sala Mendoza. El arte contemporáneo de alguna manera está vinculado al espacio público. La condición exclusivamente urbana que adquiere la cultura de nuestro tiempo no permite excluir el espacio público y todo lo que éste representa. Cuando se hizo Utópolis había una necesidad. En distintas partes del mundo el tema de la ciudad fue fundamento de exposiciones, pero aquí no se había hecho ninguna y esa fue una muestra que intentó enfrentar la ciudad como tema para apreciar la mutabilidad urbana, sobre todo en una ciudad como Caracas. Nuestro interés era hacer la muestra en tres ediciones, sin embargo, por los criterios de la nueva administración de la institución donde se realizó la exposición, se limitó a una edición. Se pretendía ofrecer una visión transversal de la ciudad desde el aspecto más íntimo hasta los más subterráneos, trabajar la ciudad histórica,la ciudad de las redes, la ciudad moderna, suburbana, los márgenes y la ciudad subterránea. Era imposible hacerlo todo en una sola edición. Se trataba también de estimular a los artistas a leer la ciudad como un tema fundamental para sus propuestas. Personalmente, mi interés está vinculado a la obra en contexto, estrategias curatoriales relacionadas con la localidad. Al entrar en la Sala Mendoza me propuse mantener esa línea, por eso se han desarrollado aquí exposiciones como Un artista del Hambre de Javier Téllez. El arte venezolano necesita nutrirse de situaciones locales, es la única forma en la que tenga sentido en las plataformas internacionales, sin entrar en discursos excesivamente regionalistas.

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