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Arte y Teorí­a
Nombrando a lo Innombrable
Raúl Zamudio




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Es lo Otro lo que lo hace posible-
Gilles Deleuze*

Comenzar un ensayo con el título "Nombrando a lo Innombrable", es embarcarse en un acertijo cargado de una incertidumbre análoga a otras paradojas de naturaleza artística, filosófica y lingüística: "en una pintura plana busca el espacio " (Lieou Tao-Chouen); "en la base de una creencia bien fundada se encuentra una creencia infundada " (Ludwig Wittgenstein); "cítenme diciendo que fue mal citado" (Groucho Marx). Lo que unifica cada uno de estos enunciados contextualmente diversos es que parecen finalizar en una contradicción. Si bien estos rompecabezas sintácticos circulares provienen de la antigua retórica y los silogismos griegos, ya que se propone un enunciado y es solo a través de su negación que sus argumentos de verdad podrán ser contestados, también muestran lo que el filósofo Jacques Derrida llamó la "presencia ausente " del lenguaje (1). En otras palabras, el lenguaje como vehículo para la transmisión del conocimiento es por naturaleza defectuoso en sus inicios, creando "efectos de significado" por medio de una interminable cadena de significantes que conforman esa "presencia ausente"; de ese modo, el significado nunca se obtiene del todo y siempre se encuentra junto a sí mismo. Porque Derrida ha demostrado que las palabras, los conceptos, etc. se encuentran más enriquecidos y completos en sus significaciones cuando defieren a lo que no son; por lo tanto, existe una contingencia en lo otro que de manera simultánea crea una ausencia a través de esa presencia. La pregunta que surge y que es el tema de este ensayo es, sin embargo, la de cómo es que las mencionadas citas que de forma individual se atan a sí mismas como nudos semánticos de Borromeo y por lo cual sufren de una auto-asfixia lingüística, producen analogías para las obras recientes y las estrategias artísticas de Javier Téllez.

Las variadas corrientes conceptuales que fluyen a través del arte de Javier Téllez tienen en general su base en la filosofía y están llenas de un sub-texto político; dichas dicotomías se exponen como necesarias antinomias y en su mayoría nunca carecen de poesía, ironía y humor. La base para tales oposiciones es el binario del yo/lo otro que emerge en la obra de Téllez en general y que interroga hasta el punto de su implosión. Sin embargo, la ruta tomada hacia esta disolución filosófica es variada. Las reverberaciones de la dicotomía del yo/lo otro a la que Téllez se refiere tiene un linaje diferente al del historiador/ filósofo Michel Foucault y su estudio seminal Locura y Civilización (2). En su libro, Foucault argumenta que dicha dicotomía es básica para los conceptos occidentales del auto-conocimiento; y aún más reveladora de su imperativo ideológico es que el yo/lo otro se transpone a otros binarios cruciales para la identidad cultural occidental: cultura/naturaleza, civilizado/bárbaro, occidental/no occidental y demás. Esta configuración del yo/lo otro es epistemiológica en su forma de ser en cuanto constituye una forma en particular de adquirir el conocimiento y una conceptualización del mundo, y está ligada de manera indirecta al concepto de Derrida sobre el significado "deferido": del mismo modo en que las palabras "defieren" para poder ser más comprensibles, el yo necesita ser lo otro para poder saber lo que no es. Las cuestiones que se plantean alrededor del yo/lo otro están, sin embargo, cargadas con relaciones de poder desigualitarias que son innatamente políticas, y es este poder diferencial el que Téllez también utiliza en su obra para tejer una red de configuraciones conceptuales y formales.

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